Gracian nacló en Belmonte (Aragón) en enero de 1601, y murio
en Tarazona en diciembre de 1658. Cuando tenia dieciocho anos
insresó en la Compania de Jesûs. Fué Rector de los colegios de Ta-
rragona y Valencia. Luchó al lado del Marqués de Leganés, contra los
franceses, en la liberación de Lérida; y cuando habia llegado al pináculo
de la gloria, fué severamente corregido y sufrió largos encierros, por
haber publicado sus obras sin permiso de sus superiores, infringiendo
el voto de obediencia.
Al cumplir Gracián veinte anos, pasó el cetro del Imperio espannol
a Felipe IV, el Rey galante, religioso, cazador y enamoradizado, fre¬
cuentador de lugares santos y devociones, e infatigable perseguidor
de reses y de mujeres. Gran personaje en lo intimo y en lo histórico,
como hombre y como Rey, vivió sometido a la tortura de los remordi¬
mientos y al temor de las penas eternas, sin consguir enmienda en
los pecados de la carne concupiscente; y nos dejó un magnifico autorre¬
trato de sus afanes de virtud y de su voluntad enfermiza en la corres-
pondencia que mantuvo con la Madre Maria de Jesus de Agreda.
Los hombres, su modo de sentir, pensar y actuar, reitero que se
hallan inevitablemente influidos por el ambiente de su tiempo. La
circunstancia en que se desenvolvió la vida de Gracián, combinada
con su temperamento, explica en buena parte su personalidad.
Veinte anos son, a veces, bastantes para producir hondos cambios
en las ideas, en las costumbres y en el panorama social. Los veinti¬
trés que median entre la muerte de Felipe II y la subida al trono de
su nieto Felipe IV, se dibujan en nuestra historia como un paréntesis
gris: el que acota el reinado del tercer Felipe, bueno a carta cabal,
dotado de todas las virtudes privadas y sin ninguna de las que necesita
un Monarca. Su padre, gran conocedor de los hombres, habia dicho
de él: «Dios que me ha dado tantos reinos, me ha negado un hijo capaz
de regirlos. Temo que me lo gobiernen.»
Asi fué. Aprovecharon sus validos el poco seso y la flaça voluntad
del Rey, para cuidar más de si mismos que del gobierno del Estado;
se introdujo el cohecho como ganzua para abrirse camino a los aitos
puestos y, transcurridos los veintitrés anos del paréntesis, aquella
Corte del gran Monarca que nos dejó en el maravilloso Escorial re¬
cuerdo y simbolo de magnificas victorias, vida sobria y altos pensa¬
mientos, no es ya la misma, y, a su imagen y semejanza, también es
otra y muy distinta la sociedad que, por contagio producido de arriba
abajo, ha sustituido la rigidez y la tiesura de los primeros Austrias,
con la desenvoltura sensual y despreocupada.
66
.—-
Max-Planck-Institut für
Ciencias Morales y Po
europäische Rechts