mular la pregunta para que resalte lo absurdo que seria el intento.
Pero si es constitutivo de las ciencias sociales el tener una tras¬
cendencia eficiente sobre su objeto, entonces es innegable que el mis¬
mo ejercicio de esa actividad cientifica reclama una especifica actitud
moral. Las ciencias sociales quieren determinar, como toda ciencia,
la verdad respecto de su objeto. Pero de ellas cabria decir lo que ge¬
nialmente afirmó Vico de la Historia: verum ipsum factum. Y no
ciertamente en el sentido de que todo cuanto se haga sea verdadero,
como podrian pensar algunos sociólogos de las ideologias y virtuosos
de la propaganda, sino al revés, en el sentido de que la verdad es
verdad real y plena en su efectiva actualidad. El error o la falsedad
son realidad frustrada; son reales, pero deficientes. Una moneda falsa
es un objeto real que pretende pasar por lo que no es; su falta de
verdad es falta también de plena realidad. Si en el campo del conocer
el error es un parásito de la verdad, en el mundo del quehacer hu¬
mano la realización falsa o errónea es una privación de realidad. En
otros y viejos términos: el mal es real, pero es privación de bien; la
plena, la integra realidad, sólo es propia del bien, y el bien, en su
plenitud, ha de ser bien real.
El carâcter moral de las ciencias sociales, por consiguiente, no
consiste tan solo en la sujeción a la moral, que, como toda conducta,
también la actividad cientifica ha de observar. Las Ciencias Morales
tendrán, además, su precepto moral peculiar: su autenticidad como
ciencias les impondrâ, como disciplina interna, un especial y propio
sentido de responsabilidad.
La filosofia actual lleva lustros ahondando en el tema de la res¬
ponsabilidad del pensamiento. En el orden de las ciencias sociales es
claro que esta responsabilidad del pensamiento no se limita a ser res¬
ponsabilidad ante la propia conciencia, sino que se erige en requisito
intrinseco de la ciencia misma. Las Ciencias Morales operan sobre
la realidad social y tratan de comprenderla, interpretarla y orien¬
tarla; sus resultados, al traducirse en ideas o creencias sociales, tras¬
cienden a la configuración de la realidad misma: el contar con ello
habrá de ser tanto postulado teórico como exigencia moral intrinse¬
ca de estas disciplinas. Y no es una exigencia ni vana ni que se so¬
breentienda, es una exigencia que hoy se hace consciente después de
siglos de padecer su falta.
Si no hubiéramos agotado nuestro tiempo, desarrollariamos gusto¬
36
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte