ción de la serie institucional-real en un sistema, me poseyeron.
Ello no fué obstáculo para que sufriera la sed de una teoria.
Apuntado tengo que, en mi ûltimo curso universitario (1923-24),
estudié, con cierta dificultad, pero a la postre servido por la
ilustración, mejor dicho, por el carácter geométrico del texto,
el Manuale de Pareto. Con todo, el espiritu no me reposó sobre
la teoria pura. Cuestión de temperamento intelectual? A cien¬
cia cierta, no lo sé. jRealismo aragonés? Es posible. Entregué
mi juventud, después, a libros históricos, realistas, como la obra
de Sombart y la literatura sobre moneda y ciclos. Fuime a los
clásicos luego. Cai sobre Spann. Y a partir de 1929, el pate
tismo de lo institucional me embargó, quedé presa de él, y de¬
claro que no puedo desasirme. Durante tres cursos (1933-36)
expliqué en el Centro de Estudios Universitarios un análisis his¬
tórico del conjunto institucional del capitalismo y de la eco¬
nomia rusa, para venir a parar a un sistema gremial. Llegó
nuestra guerra. El patetismo institucional se me presentaba
cada vez mayor. Ahora bien; ya no sólo en lo económico, sino
en lo politico y en lo juridico. Comprendi el vinculo que une a
estas tres cosas. Dime, en fin, a la sociologia y a los grandes
maestros de la filosofia juridica, politica y social, sin perder con¬
tacto con lo más sabroso del continuo fluir de la literatura eco¬
nómica. Y, al cabo de todo, el patetismo ya trágico del presente
hizome entrar en crisol. Creo que he dado con el hilo de lo que,
Dios mediante, puedan ser en lo futuro mis trabajos cientifi¬
cos. He partido, aproximadamente, del mismo lugar de donde
partió Zumalacarregui, y tras sucesivas etapas, he Ilegado a
trabajar en una zona distinta de la del recipiendario. A Zuma
lacarregui le ha dominado esa gran fuerza que se llama el análi¬
sis; a mi, esa otra gran fuerza que se llama la sintesis. Las
ventajas y los inconvenientes de una y otra son comünmente
conocidos.
Vivimos, senores, una de las mayores crisis que ha conocido
la Historia de nuestra civilización. Y yo confieso que la vivo en
mi intimidad, sin reductor alguno. De la realidad nos viene una
demanda urgente, vital. Se está conmoviendo la base institucio¬
nal de la vida económica. El estudio de esa base institucional
hay que destacarlo, elevarlo, alzaprimarlo. Empero, el estudig
institucional de lo económico no puede enfocarse ni dirimirse
sólo desde el punto de vista económico. La teoria, la historia
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Max-Planck-Institut für
ales y Politicas
europäische Re
htsgeschichte