Aunós hubiera querido poder decir de los espanoles como
Pascual Madoz dice refiriéndose a sus paisanos los leridanos,
que «no son fáciles a la amistad pero si constantes en ella», y
que «ninguno de los que nos favorecieron en los tiempos prós¬
peros nos abandonaron en la desgracia».
El es de éstos, y fiel observador del consejo que en nuestro
inmortal Código de las Partidas se da a los ciudadanos dignos
de Ilamarse tales, ya que dando al Marqués de Estella, cuerpo
y simbolo del régimen que realizó la obra social que primero
hizo y después nos ha descrito, la justa alabanza por el bien
que procuró a Espana, le venera muerto y «alli se colma toda
la honra que le pueden hacer y en esto muestran mayor leal¬
tad que en hacerlo mientras vive, pues lo hacen en tal tiempo
que de alli en adelante no esperan tener de él ni grado ni ga¬
lardón ni en dicho ni en hecho, ni tampoco premio ni fuerza;
y, además, dan a entender que no se les olvida la bondad que
en él habia ni los bienes que de él recibieron».
A esta Casa, recogida y apacible, llega por sus grandes mé¬
ritos Eduardo Aunós para satisfacción de todos. Es Casa de
amigos verdaderos que le reciben brazo en alto, como a su
alta jerarquia corresponde; pero dispuestos a convertir el sa¬
ludo ritual en el abrazo fraterno que merece el que, ante todo
y sobre todo, es un gran caballero espanol, cordial y generoso
de su esfuerzo, que se desvive por servir a su Patria, a la que
honra por todos conceptos.
144
982836
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Cencias Morales y Poiticas