Full text: Paret Guasp, Lorenzo Víctor: ¬El equilibrio economico y el progreso social

prendo que también vosotros habéis de percibirla y pensar "lo que 
va de ayer a hoy". Y con mayor motivo porque son tres ayeres que 
tienen su merecido puesto en la Historia, ante los umbrales de la 
cual ha de detenerse este hoy y conformarse con mirarla como una 
tierra de promisión a la que no ha de tener acceso. 
El primero de los insignes varones que me han precedido fué 
don Laureano Figuerola, profesor de Economia y Ministro de Ha- 
cienda que, con el tacto y la mesura del gobernante inteligente, 
aplicó las doctrinas dominantes en su tiempo y por él profesadas, 
a la reforma de dos importantes instituciones económicas: la aran¬ 
celaria y la monetaria. La primera subsistió mientras no la borra- 
ron de la legislación las nuevas ideas imperantes en la politica co 
mercial; la segunda dió vida legal al sistema monetario que toda¬ 
via estâ vigente, aunque ya sólo de modo nominal, porque las cir¬ 
cunstancias han experimentado profunda variación desde entonces. 
Le sucedió don José Maria Piernas y Hurtado, también econo¬ 
mista y catedrâtico, que adoctrinó a numerosas generaciones de 
estudiantes desplegando ante ellos, con sus obras de copiosa eru 
dición, el ya entonces vasto panorama de la ciencia. 
Y mi inmediato predecesor ha sido una de las más destacadas 
personalidades de la politica espanola durante medio siglo, don 
Alvaro de Figueroa y Torres, Conde de Romanones. Si fuera cos- 
tumbre designar con un epiteto, como a los reyes, a los hombres 
que, en la vida publica, se elevan hasta la cumbre, el Conde de 
Romanones podria figurar en la Historia con el sobrenombre de 
El Politico. Para serlo, como observa un biógrafo, "poseia todas 
las condiciones precisas: saber, ingenio, habilidad, perspicacia, gol¬ 
pe de vista, intrepidez, energia y riqueza, que proporcionan los 
triunfos asi en la paz como en la guerra". A esas condiciones se ha 
de agregar, advierto yo, la vocación y el deseo de mando. Y él 
sentia esos dos acicates. "Unos hombres —decia ya en un libro de 
juventud— nacen para obedecer y no dejarán de hacerlo por en- 
cumbrada que sea su posición... Otros nacen para mandar, y esos 
mandan, cualquiera que sea el circulo donde se muevan". El 
mismo trazó su propia semblanza cuando, en su discurso de re- 
cepción en esta Academia, sennalaba su "carâcter de politico mili¬ 
tante y, por ende, hombre obligado a consagrar la mayor parte de 
su tiempo a la acción" y se referia a las "luchas anejas a la poli¬ 
Max-Planck-Institut für 
Morales y Politicas 
europäische Rechtsgeschichte
	        
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