salido de su torre de marfil a la pûblica palestra, reclamando
por honor y dignidad un puesto en el combate de la vida.
En su humilde puesto, los economistas, por la propia natu-
raleza de las cosas, están llamados a ser una gran fuerza social,
y su ciencia serâ la clave del progreso de los pueblos. La vida
es una lucha continua entre ideales, y el ideal destinado a ven¬
cer será el que mejor tenga en cuenta el eterno obstáculo que a
los hombres se opone: la limitación de los recursos, frente a la
insaciabilidad de las necesidades humanas.
Pero en los ultimos tiempos, los avances de la ciencia han
abierto un camino para el contraste de los fines u objetivos de
la politica económica, que es altamente prometedor de una fe¬
cunda colaboración entre el politico y el economista. Desde que
Hicks estableció en 1939 las condiciones de óptimo funciona
miento del sistema (5), se puso la primera piedra de una cons¬
trucción teórica que va a permitir armonizar un sistema dado
de fines, de tal modo que se obtenga de ellos el máximo bienes¬
tar material posible. La enciclopedia de las ciencias económicas
se ha enriquecido con una nueva rama: la Economia del bien¬
estar, que està llamada a constituir el principal asiento teórico
y el mas eficaz instrumento prâctico de la politica econômica.
Desde 1939 a nuestros dias, a pesar del gran paréntesis que
implicó la guerra mundial, los avances de esta ciencia han sido
tan notables que nos permiten confiar fundadamente que en un
futuro próximo habrâ de desempenar un papel de primer orden
en la normatividad de la politica económica. Esta confianza se
refuerza con el éxito habido en algunas aplicaciones parciales
de los criterios de maximo relativo, con las que se ha iniciado
la prâctica de esta ciencia nueva, y esto nos permite pronosticar
çon toda la seguridad con la que razonablemente podemos los
hombres contemplar el futuro, que dentro de muy pocos anos la
politica económica se habrá de apoyar tanto en la Economia del
bienestar como se apoya hoy en la Teoria de la coordinación.
Naturalmente que la nueva ciencia no podrá jamás invadir
el campo de las finalidades ultimas, que por especial decisión de
la Providencia parece que ha quedado a merced de las disputas
de los hombres, y, por tanto, resuelto como un nudo gordiano
por la decisión intuitiva del politico. Y es posible que por ser
(5) J. R. HICKS: «The Foundation of Welfare Economics». Ec. Journal,
1939, págs. 696-713.
Max-Planck-Institut für
Real Aca
Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschicht