Full text: Torres Martínez, Manuel de: Teoria y práctica en la politica económica

datos conocidos o supuestos. Y asi, la ciencia económica fué en¬ 
cerrandose en una torre de marfil; haciéndose un estudio refi- 
nado, y, por lo mismo, asequible sólo a un reducido grupo de 
especialistas. Los hombres de negocios y aun los politicos, ajenos 
a esta evolución, siguieron creyendo que la economia era la mis¬ 
ma que habian expuesto los clásicos, y continuaron con las viejas 
impugnaciones: teoria y prâctica, principios y aplicación. 
Pero en los ultimos anos, cada vez en mayor medida, los eco¬ 
nomistas han salido de su torre de marfil y han pedido plaza 
y asiento en el ágora de las discusiones pûblicas. Y precisamente 
ese derecho pretenden ejercitarlo los herederos de la gloriosa 
escuela austriaca, los discipulos de Wicksell y los grandes teó- 
ricos ingleses que, a través de Marshall, recogieron el saber de 
los padres de la Economia, que se llamaron Smith y Ricardo, 
Malthus y Stuart Mill. En este preciso instante vuelve a fulmi¬ 
narse el anatema: teoria y prâctica, principios y aplicación. Pero 
al salir de su torre de marfil a la palestra pûblica, los economis 
tas han irrumpido armados de nuevas armas y provistos de 
inusitados instrumentos con los que pretenden explicar las cau- 
sas que determinan la vida económica. Con este formidable apa¬ 
rato no quieren ser profetas de ninguna fe, ni defensores de 
ningun credo, como sus abuelos los clásicos; su pretensión es 
mas humilde y sencilla. Los modernos economistas se han decla¬ 
rado simples técnicos del instrumentalismo económico. Han afir- 
mado que la definición de los ideales que las naciones quieran 
o deban proponerse corresponde a los mismos pueblos y a los 
jefes que han tomado ante Dios la responsabilidad de conducir¬ 
los a una meta. Pretenden sólo ofrecer a los jefes y a los pueblos 
el instrumento que pueda ayudarles en la angustiosa y cotidiana 
tarea de adaptar los escasos recursos a las crecientes necesida¬ 
des. Han renunciado voluntariamente, en cuanto economistas, 
a la sublime misión de definir los ideales; han preferido elegir 
la modesta y limitada función de analizar las medidas mediante 
las cuales aquellos ideales que otros les marcan puedan alcan¬ 
zarse. Su ciencia, que no es la Economia politica, sino la Teoria 
económica. 
Sin embargo, esta humildad implica una recia afirmación de 
personalidad de la propia ciencia; la aseveración de que hay un 
campo, todo lo estrechamente acotado que se quiera, propio y 
exclusivo de la Economia y de los economistas. Y por ello han 
Max-Planck-Institut für 
prales y Politicas 
europäische Rechtsgeschichte
	        
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