ciándose de esta manera un proceso acumulativo, en cuyas com¬
plicaciones no es preciso que nos entretengamos, pues el pro¬
pósito que ahora nos mueve es simplemente mostrar las dife¬
rencias entre el funcionamiento de la economia de la empresa
y el de la economia social.
Otro ejemplo que puede exhibirse de este diferente compor-
tamiento es el de la reacción del mercado ante el aumento de
producción. Una empresa que trabaja en régimen de competen¬
cia sólo puede aumentar sus ventas, y, por ende, el volumen de
su producción, reduciendo los precios. Sin embargo, es posible
aumentar la producción total, sobre todo cuando el incremento
se localiza preferentemente en el sector de bienes de inversión;
porque, en este caso, el incremento en la demanda total es su¬
perior al aumento de los costes de los bienes de consumo, com¬
pensando incluso el descenso de productividad inherente a una
elevación del nivel de empleo. También entonces el impulso pri¬
mario o efecto-impacto vendrâ determinado o reforzado, segun
los casos, por los efectos secundarios, dando lugar a una evo¬
lución concéntrica o a un desarrollo explosivo; pero el curso de
este proceso económico tampoco nos interesa desmenuzarlo en
sus ültimos detalles.
Podriamos multiplicar los ejemplos que ilustran la afirma-
ción antes hecha de que el sistema macroeconómico funciona en
forma distinta que la microeconomia; pero en los casos exami-
nados hemos visto que las reglas que rigen la conducta de la
empresa individual no sólo son distintas, sino opuestas y con¬
tradictorias a las que son válidas para la economia considerada
como un todo. Y los casos examinados se refieren a relaciones
fundamentales y no a diferencias de detalle.
Si después de lo expuesto quiere asimilarse la prâctica del
hombre de negocios con la práctica del politico, encargado de
regir la economia nacional, habremos de convenir en que el em¬
presario transformado en politico, habrá de practicar una con-
ducta distinta y en muchos casos opuesta a la que requiere el
manejo de su empresa. Yo no quiero afirmar con esto que el
empresario tenga que dar necesariamente mal resultado como
gobernante; ni lo quiero, ni lo puedo afirmar, porque numerosos
ejemplos lo niegan. Lo que estos ejemplos confirman es que el
empresario que ha dado buen resultado como gobernante, no
ha sido por ser empresario, sino porque poseia además aquellas
28
Max-Planck-Institut für
Morales y Politicas
päische Rechtsgeschichte