cimientos de la ciencia, de la sociedad y de la vida misma.
La Francia, que es la nacion cristiana que ha dado
mas material sangriento à la historia, puede por ahora
hablar con la elocuencia de las victimas de grandes aten¬
tados, y alzando el velo que cubre su pasado, mostrarnos
las terribles consecuencias del error encarnado en los he¬
chos.— Quién sabe cuántos dias nublosos incubarà el
porvenir para aquella nacion, que tan tremendos ejemplos
ha dado al mundo, que tan sábias reglas de accion ha
ensenado por la induccion lógica de las grandes leccio¬
nes que se extraen de los grandes acontecimientos pros¬
peros ó adversos al desarrollo armónico de las socieda¬
des!.
Quién sabe si la llaga, local por ahora, no se haga un
mal crónico de las sociedades venideras, por la fatal di¬
latacion de los gérmenes deletéreos!
Los elementos subversivos del orden y estabilidad de
los pueblos, son tanto más perniciosos si se considera que
un entorpecimiento à la marcha de una nacion—como ya
se ha observado—no solo detiene su progreso, sino que
la hace retroceder de àfios, quizà de siglos atras, alejan¬
dola considerablemente del pináculo de ese esplendor, à
que alguna vez debe llegar para descender y volver à
regenerarse por la penosa elaboracion de los siglos.
Los pueblos, como los individuos, no marchan cier¬
tamente por un sendero de flores;—hondas sensaciones
les conmueven, cataclismos sin nombre les estremecen,
tienen periodos de triunsos y de febril agitacion, los tie¬