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El que presta gratuitamente un carruaje no se
empobrece por ello: renuncia temporalmente à un
servicio que el mismo podria sacar de la cosa pres¬
tada. Pero hay ciertas cosas mas necesarias para
la vida. Todo hombre tiene necesidad de una ha¬
bitacion y, à menos que no dependa de un jefe de
familia, para satisfacer esta necesidad ha de hacerse
propietario 6 locatario de un inmueble.
Reciprocamente el propietario de una casa, gene
ralmente la habita 6 la alquila, y es una rara exepcion
que la tenga desocupada. Asi, pues, el uso de una
habitacion puede, mejor que el de cualquiera otra
cosa, avaluarse en dinero y por la importancia mis
ma de los inmuebles el precio de las locaciones
esté, en general, regularmente establecido. De aqui
sesulta que el comodato de una habitacion puede
ser considerado como donacion verdadera; donacion
de la suma que el comodante no hubiese exijido al
inquilino si no le hubiese dado la casa en como¬
dato. Ordinariamente el propietario radifica una
suma igual á la que el comodatario economiza;
pero si hay desigualdad entre los dos, la donacion
vale por la suma menor, pues solo hasta donde esta
importa puede existir la paridad entre la cosa dada y
la cosa recibida, que es uno de los elementos esen¬
ciales de la donacion.»
Si la concesion gratuita tiene por objeto una finca
rûstica, la donacion ofrece entonces menos dudas
que cuando se trata de una casa, pues el uso, de