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Las grandes comunidades ó ciudades del Oriente regi¬
das por un antiguo descendiente de su primer progenitor,
gozaban del sosiego de no haber salido de sus tierrasy
solo se defendian de las rapinas y correrias de sus veci¬
nos. Pero apénas si el hombre tenia un derecho de goce,
puesto que el individuo desaparecia en la samilia, esta
en el Estado y éste en el principe. La propiedad no era
un derecho, y gracias si à veces la indiserencia del rey y
el apoyo de la religion, la hacian reconocer como tal.
La Caldea, segun Jenosonte, era pobre por ser toda
tierra de montanas. Las antiquisimas tribus de Summos
y Accads se mezclaron, segun se cree, à través de grandes
guerras. Cada villa importante tenia sus reyes y dinastias
locales, algunas ejercieron poder sobre otras, é impu¬
sieron ásus vencedores sus constituciones civiles y religio¬
sas. Por los siglos veintisiete à veintiocho antes de Jesu¬
cristo, la invasion de los Colamitas mató el imperio Cal¬
deo, los pastores invadieron el Egipto, al mismo tiempo
más ó ménos que las tribus semiticas de la Caldea meri¬
dional, en el pais del Our, à las órdenes de Tharé, se sija¬
ban en la Mesopotamia, y que Abraham con una parte
de estas tribus desmembradas, atraviesa el Eufrates y
se establece en Canaan, bajo el nombre de Hebreos, es
decir, gente del otro lado del rio.
Es imposible precisar con toda fijeza el desenvolvi¬
miento de la propiedad publica ó privada, en estas
épocas oscuras de gestacion primitiva, en estos paises
âsperos y bravios en los que crecen y se desenvuelven
à través de guerras y luchas continuas, tribus y familias
màs ò ménos numerosas que con sus incesantes emi¬
graciones vinieron à formar la raza tipo y unica del
mundo moderno intelectual. Las otras razas que pulu¬