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cia y elegidos por un anio presidian el consejo. Ayudados
por el curator 6 censor que administraba los bienes y
rentas de la ciudad, y cuidaba del mantenimiento de las
propiedades particulares, daban juegos publicos y pre¬
sidian ciertos actos como la manumision y mancipacion.
De los dos duumviros, el uno juzgaba en las causas civiles
y criminales y el otro recolectaba los impuestos. Los
dos ediles cuidaban de los caminos, de la seguridad y
salubridad de la ciudad, de las buenas costumbres, la
policia de lugares publicos y las pesas y medidas. Poco
à poco los decuriones desaparecen con las obligaciones
exorbitantes que se les exigia, y los defensores de los
ciudadanos contra la tirania local aparecen en casi todas
partes suplantando à los primeros. Despues de estos
hay una infinidad de pequenios magistrados, como los
colectores de impuestos, los sindicos que representan la
ciudad ante la justicia, etc., y que completan este movi¬
miento administrativo, producto de la libertad de eleccion
y del desarrollo de los municipios, cuyos principios los
barbaros que ocupan el imperio como Odoacro, Teodo¬
rico, los Burgundios, los Visigodos, los Francos, etc.
reconocen y sostienen.
Hasta ahora hemos observado en el movimiento co¬
munal la autonomia de las ciudades y la unidad poli¬
tica, sometida al principio de la familia ô del Estado, é
dividida en miles de formas con intereses opuestos y en
medio de convulsiones internas continuas, que traen la
disgregacion y la ruina.
Al principiar la Edad Media, el movimiento de auto¬
nomia local y el de incorporacion al Estado aparece
sucesivamente, viniendo à formar una ciudad religiosa.
civil y politica, debido à la preponderancia del cristia¬