21
sola al contrato de que nos ocupamos, sea que
restrinjamos su significación al acto ejecutado por
el vendedor. Falta, ciertamente, en la definición
el elemento que determina la comercialidad de la
enajenación, elemento que, como acabamos de
recordarlo, está encarnado en el hecho de la adqui¬
sición anterior de la cosa para procurarse una
utilidad ó beneficio por medio de un contrato pos¬
terior.»
La compra-venta, como su propio nombre lo
indica, lleva involucrada en si misma dos actos
inseparables, simultáneos, puesto que lo uno no
tendria existencia sin lo otro; actos que, no obs¬
tante, son diferentes, no sólo en su constitución
originaria, sino también en sus resultados.
Si para que la compra llegue á ser comercial es
necesario un propósito especulativo «para reven¬
derla ô alquilar su uso», que es su rasgo caracte¬
ristico, no puede menos de aceptarse que la venta,
para revestir idéntico carácter, no bastará que sea
hecha obligándose al vendedor vá entregarla ó
hacerla adquirir en propiedad á otra persona la
cosa objeto de la convención.» Para éste no exis¬
tira contrato comercial, porque no hay el proposito
de luero que debe informar todo neto mereantil