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fronteras ni los recelos politicos sean una barrera que
détenga la natural expansion de su gran fuerza creadora.
El comercio moderno se ha hecho cosmopolita, y solo
à esa condicion es una verdad innegable la mision civili¬
zadora que se le atribuve.
Resorte de unidad, crea más allá de las fronteras una
solidaridad en los intereses que humaniza las relaciones
politicas, y hace entrever una promesa halagadora de paz
para los pueblos, de concordia para los hombres.
En el mundo económico los intereses se confunden.
dejan de tener un distintivo nacional y reclaman, como
su primer resorte, un campo completamente neutral, en
que pueda actuarse sin que las distinciones de proceden¬
cia que la politica y la geograffa han creado, puedan ser¬
vir para asegurar ventajas ò empeorar condiciones.
El comercio, para decirlo todo en una palabra, es
uno.
Siendo asi, es claro que las leyes comerciales deben ins¬
pirarse, en cuanto sea compatible con la actualidad de
cada pueblo, en la necesidad de uniformar sus preceptos.
para asegurarle facilidades sin las cuales es imposible su
desarrollo benéfico.
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lin materia mercantil, sobre todo, es acentuada la ten¬
dencia de las leyes à la unidad, tendencia que es propia
de nuestro siglo, y se manifiesta en la prensa, en el libro.
on la diplomacia y hasta en Congresos sabios, en que to¬
man asiento los representantes mâs conspicuos de esta
rama de las ciencias juridicas.
y si esa necesidad es evidente para las naciones euro¬
poas, que tienen abundantes precedentes legislativos, lo
es doblemente para nosotros que carecemos de fuentes
propias, à tal punto que no hay una sola ley que no hava
ado inspirada en las extranjeras.
si doscendiendo de estas generalidades nos con¬
crétamos al punto que tratamos, la cooperacion, apare¬