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Este aislamiento hizo renacer hábitos de sobriedad.
Abandonadas las industrias el cambio se limitó, y el co¬
mercio sufrió terribles momentos de parálisis.
Las Repûblicas Italianas que habian conservado el
génio industrioso y el fuego sagrado de la civilizacion
griega, fueron en esos momentos el asilo en que se conservó
todo lo que habia adquirido en conocimientos el hombre
del pasado, y de donde debia partir el impulso de la
nueva civilizacion.
El buhonero fué el comerciante del feudalismo. Pero
este bastó para mostrar á los soterrados castellanos las
ventajas que proporcionan las artes y las industrias, y los
goces que les ofrecia la civilizacion, infinitamente supe¬
riores á los placeres del torneo, de la mesa y los bufones.
Entonces todas aquellas turbas parásitas que alimenta¬
ba el capricho y la prodigalidad de los senores se disipa¬
ron.
Dentro de los recintos almenados se escuchó en vez
del ruido de las armas ese murmullo que produce el hor¬
migueo de los obreros, y las férias fueron un punto de
reunion en que la competencia, mejorando los productos,
regulaba los precios.
El espiritu de la nacionalidad se consolidé y los pue¬
blos volvieron á ser pueblos y los hombres á vivir como
hombres, porque lo que la fuerza desune el interes ata,
y los que habian vivido como lobos bajo las instituciones
de Marte, se reconocieron hermanos en el templo de Mi¬
nerva.
El comercio ûnicamente podia operar estas conquistas.
La humanidad continuó su progreso á pesar de aquella