85
E. GARCIA MÉROU
« Parà quien razona seriamente, dice Courcelle
Seneuil—gno es claro que la riqueza se adquière
por el trabajo? No muestra la observaciön un gran
numero de fortunas hechas por los que las poséen ?
Porqué, pues, considerar más largo tiempo como
un accidente irreparable la desgracia de ser privado
en todo 6 en parte de la sucesión de los parientes ?
4 Porqué contar siquiera con esta sucesión ? g N0
vale más que los hijos trabajen en vez de vivir en
en la ociosidad esperando la muerte de sus padres ?
Sobre este punto me parece no hay discusion posi¬
ble, y es indudable que las disposiciones malas,
anti-sociales, de un gran numero de hijos de fami¬
lias ricas, emanan de la reserva y del conjunto de
ideas à que ella responde. Uno de los medios mas
eficaces de destruir estas preocupaciones de un tiempo
de barbarie, seria la abolición de la reserva.
« Se habla con bastante lijereza de los derechos
de los hijos y de los deberes del padre de familia
respecto de ellos. « De donde sacan los hijos dere¬
chos legitimos contra su padre ? «No le deben la
existencia, la educación? « Han contribuido en algo
à la adquisición y á la conservacion de los biènes que
él posee? De ninguna manera, fuera del caso ex
cepcional de una asociación, en la cual los derechos
reciprocos son generalmente regidos por un contrato.
El padre rico, se dice, no debe dejar à tal ô cual
de sus hijos ó à todos ellos pobres. « Y porqué no?
Donde esté la ley, dônde la conciencia moral que
le impongan la obligacion de dejar à sus hijos pré¬