XXXIII
ser el çerco de so leuador et el çerco de so auxe ayuntados de
muchas linnas.
La grandísima dificultad de que habla Azarquiel al tratar de la órbita
de mercurio, aunque la trazó en su lámina con el compás haciendo centro
en diferentes lugares, hacen dudar algun tanto sobre la verdadera figura
que obtuvo, y si aquella órbita fue un óvalo regular, ú otra curva que, por
estar compuesta de muchas líneas y partes de circunferencias, se aproxi
mó mas á ser la elipse de los geómetras. Pero sea lo que quiera de esta
duda, lo que resulta bien probado en los libros de aquel astrónomo Tole
dano con relacion á la curva facsímile microscópica de la órbita de mer
curio en el planetario universal, fue uná figura diferente de la circunfe
rencia, con la circunstancia de aparecer estrecha en el sentido de uno de
sus ejes ó diámetros, y prolongada en una direccion perpendicular á la
anterior.
Laplace dijo, que sin los estudios de los matemáticos griegos sobre
las curvas formadas de las secciones de un cono por un plano, las bellas
leyes de Keplero tal vez no existiesen, ó es probable que las ignorase el
siglo actual. Citamos esta respetable y fundada opinion para esponer con
brevedad los motivos verdaderos por los cuales el noble descubrimiento
de Azarquiel fue estéril, y desconocido el método que siguió para encon
trarle. En el siglo XI apenas se tenian noticias de Apolonio de Pérgamo,
por lo menos en Europa. Las obras verdaderas de este geómetra griego,
que ha costado gran trabajo hallarlas en las épocas modernas, debieron
ser rarísimas en aquellos tiempos de la edad media; por consecuencia, nada
mas lógico, siguiendo en este momento la opinion de Laplace, que haya
permanecido desconocida la, órbita próximamente elíptica de mercurio, de
que se trata, durante los cinco siglos y medio trascurridos desde que se trazó
en Toledo hasta 1626, en que Keplero, auxiliado de su inmensa ilustracion
matemática y astronómica, publicó las memorables tablas Rudolfinas y sus
leyes, fundadas en los trabajos de Tichobrahe, y en el conocimiento de las obras
de Apolonio y de algunos otros sobre un cierto orden de curvas trazadas
en la superficie de un cono.
Azarquiel intentando representar gráficamente los cercos ó el camino
que seguia mercurio en su orbe, y Keplero calculando con las observa
ciones directas la verdadera figura geométrica de la órbita de marte, se
propusieron resolver un problema semejante valiéndose del mismo medio
(las efemérides tabulares). Tambien ambos obtuvieron resultados pareci
dos; el segundo, para dar entre otras una prueba del gran trabajo que
habia concluido antes de desechar, abandonando y esquivando un error acre
ditado por toda la antigüedad; el primero para escribir sencillísimas frases
sobre la órbita de mercurio, interpretadas en el siglo XIII por los astróno
mos del Rey D. Alfonso, que no dicen mas que aquella figura (ovalada y
TOMO III.