TY - BOOK SP - 68 PP - Madrid LA - spa TI - Tésis: De la metafísica contra el naturalismo PY - 1894 AB - Siendo Reina regente María Cristina y con el partido fusionista de Sagasta en el gobierno, el lustro que va de 1885 a 1890 asiste a la promulgación de muchas de las leyes de la Restauración que tratan de rematar la liberalización de la monarquía constitucional. Fracasado años antes el proyecto de la "Unión Católica", en 1887 Pidal y Mon y los suyos trabajan dentro del partido conservador de Cánovas, entonces en la oposición. El discurso del famoso político, criticado por liberales y carlistas, y admirador cercano del por él considerado "restaurador de la filosofía cristiana" en España, fray Zeferino González, se encuadra en la batalla científica de fondo que atraviesa todo el siglo XIX español, y sin atender a la cual no cabe comprender tampoco la época de la Restauración: a la concepción trascendente del hombre y del mundo propia de la tradición cristiana, se opone el inmanentismo moderno con su rechazo revolucionario de todo vínculo y dependencia. No en vano, habían condenado el naturalismo reiteradamente las encíclicas pontificias -Mirari Vos, 1834; Syllabus y Quanta Cura, 1864; Humanum Genus, 1884; etc-. Pidal y Mon comienza poniendo de relieve el grave peligro que acecha a la entera civilización occidental, amenazada de muerte por el desarrollo lento pero constante y universal de un movimiento que atenta contra sus más hondos fundamentos. Cifra la esencia de tal movimiento en la tiranía de la naturaleza, reducida a materia, sobre el espíritu. Se trata de una especie de cruzada contra todo orden sobrenatural, toda causalidad y finalidad, que pretende destruir los cimientos del espiritualismo y reemplazarlos con los nuevos dioses del materialismo, empirismo y utilitarismo. Pero la raíz del mal social que tan seriamente le preocupa no está en la naturaleza, ni en ciencias naturales, ni en el método experimental, contra lo que el positivismo pretende hacer decir a los defensores de la filosofía cristiana. Al revés, las ciencias naturales dejan de ser una valiosa aportación y se hacen irreligiosas cuando abandonan el método positivo y se lanzan, incoherentemente, al campo de las hipótesis metafísicas. En un rápido recorrido por la historia del pensamiento, con especial atención a la parábola de la modernidad -que se abre con los dualismos y las grandes promesas del racionalismo y concluye con las negaciones del monismo nihilista contemporáneo-, trata de mostrar la esencia del naturalismo. Rota la armonía entre razón humana y razón divina en la ciencia y la unidad entre alma y cuerpo en el organismo humano, el naturalismo comienza oponiendo la filosofía a la religión, el orden natural al sobrenatural y la independencia de la razón humana y la libertad a toda dependencia divina, y termina desembocando tristemente en la negación de la filosofía por la ciencia, del orden natural por el material y de la libertad por el fatalismo y el determinismo. A la ruina especulativa de los principios y verdades fundamento del orden moral -la negación de la metafísica-, le sigue la destrucción de las bases del orden social, que para colmo se lleva a cabo en nombre del progreso, la ciencia y la civilización. Todas las ciencias han sufrido la invasión del materialismo, de esa divinización de la materia que realiza, en total contradicción consigo mismo, el positivismo a través de su metafísica negativa. Las religiones humanitarias, los ritos masónicos, los cultos espiritistas, la superstición, la sugestión y el hipnotismo, y ese renacimiento oriental tan preconizado son expresión de esa divinización de la naturaleza, reducida a materia, que niega la libertad del ser humano, firmemente afirmada, fundada y defendida por la tradición. Frente a la barbarie moral y catástrofe social que el nuevo académico ve avecinarse con horror, confiesa que su única esperanza es, a parte de la regeneración espiritual obra de la gracia divina, la plena y universal restauración de la metafísica. De ahí que concluya, uniéndose a la voz del pontífice León XIII, con una llamada a defender y restituir la filosofía perenne. El discurso de contestación de Perier sigue la misma línea ensalzadora de la tradición española y europea, hoy rotas, y de lamento y preocupación por los frutos de la revolución, del racionalismo y del positivismo, frente a los cuales pone toda su esperanza en la restauración cristiana que -sostiene- implica siempre una salvadora restauración moral y metafísica. AU - Pidal Mon, Alejandro AU - Perier Gallego, Carlos María AU - Pidal Mon, Alejandro CN - mpirg_escidoc_104003 ER -