DEL SR. D. ADOLFO PONS Y UMBERT
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que promovian conspiraciones y revoluciones, con prestación
de riesgos, penalidades y sacrificios vinculados hoy cuasi ex¬
clusivamente a las clases obreras. Progresistas y moderados
ofrendaran a sus convicciones los homenajes de su tranqui¬
lidad, de sus haciendas, de su propio existir. Su ejemplo
transcendió escasamente. Cundieron las ficciones. Se multi
plicaron los caciques. Se ensancharon sus feudos... Y los ecos
de una carcajada resonaron de valle en valle, de cima en
cima, de uno a otro lado de la nación entera, el dia en que
inocentes los legisladores, gozosos, satisfechos, felicitábanse
porque ya era loy el sufragio universal.
Directamente los partidos e indirectamente los electores
estän «representados» en el Parlamento. A pesar de la teo-
ria «un hombre, un voto», cada elector adscrito a una colec¬
tividad — partido, o grupo — que profesa iguales principios
y que, para defenderlos y propagarlos, e influir con ellos en
la sociedad y el Estado, hasta conseguir su aplicación desde
el Gobierno, se organiza sobre unas propias bases y se ex
tiende, uniforme, por el territorio nacional, no existe en la
emisión del sufragio otro «hecho individual» que el acto de
la emisión misma — producto deliberado de una voluntad
consciente, sin duda, mas de una voluntad ligada a otras vo¬
luntades, todas conscientemente unidas en la integración del
grupo o del partido (1). El «voto inorgánico», esencial para
(1) «El sufragio universal, para ser efectivo, ha de cernerse en tantos
actos electorales previos y en tantas votaciones preliminares, que en el
momento del voto no haya votantes que vacilen, ni explotadores de incer¬
tidumbre que sobornen. Para que se presente cernido el sufragio univer
sal, son indispensables multitud de operaciones que atraigan y estimulen
al elector, que le obliguen a congregarse, con sus coopinantes, en bur-
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