DEL SR. D. ADOLFO PONS Y UMBERT
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sión de errores y una retractación de conducta, no una farsa
que aumente y agrave las atribuidas al parlamentarismo por
sus resueltos adversarios. Vivimos en dias muy exigentes en
retractaciones de conducta. A gobernantes y ciudadanos las
piden. Cada individuo, cada colectividad, pongan su parte
en el intento de preparar el manana; que a la postre, si el
fracaso viniere, seria deficiencia y no desvario; y esos disfa
vores de la fortuna son pruebas templadoras del corazón, en
los azares de la adversidad, frente a frente de los requerimien
tos inexcusables del deber. No lamente su particular desven¬
tura el que no procuró remediar la desventura ajena; ni des
maye la razón del vencido ante la sinrazón vencedora: satis¬
fâgase cada uno con la justicia de sus móviles, y ella le baste
para calcular y medir sus derechos a la victoria.
No supone condición insignificante «la capacidad», ni dis
tinción pequena «las virtudes y los talentos», consignadas
el 26 de Agosto de 1789 en la francesa Declaración de los de
rechos del Hombre y del Ciudadano para ser admitido a «las
dignidades, cargos y empleos pûblicos». No ha resultado
cosa Ilana y sencilla definir y concretar aquella condición en
las leyes reguladoras de los derechos politicos. Ninguna con
cibe la capacidad de los legisladores sino en términos exi¬
guos y convoncionales, que nada o poco tocan a la aptitud
moral e intolectual en relación con el mandato augusto. Pres¬
cindese de senalar o de exigir un minimo de elemental cul
tura (1). Sin saber leer ni escribir puede, merced a los popu
lares sufragios, disfrazarse legislador en Espana... y en el
extranjero el más indocto de los mortales. Mejor fué atendida
(1) Se exige en algunos paises.
Max-Planck-Institut für
prales y Politicas
Real Ac
europäische
echtsgeschichte