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DEL ILMO. SR. D. JUAN ZARAGÜETA BENGOECHEA
emplear semejante denominación. Del mismo modo, en la
proposición «Fulano de Tal es rico» van envueltas dos afir¬
maciones: la primera, que consigna el hecho de ser el indivi¬
duo en cuestión dueno de un caudal determinado, bien sea
por inventario, bien de una manera global — la segunda,
segûn la cual la posesión de ese caudal merece a su pro¬
pietario el calificativo de «persona rica», que no le otorgaria
mos con una fortuna inferior. Pues bien, de estas dos afirma¬
ciones la primera es desde luego positiva, pero la segunda
anade a olla un carâcter estimativo: es un juicio de valor.
Un juicio de valor cuantitativo tiene, por lo tanto, como
base una realidad exacta o aproximadamente determinada, que
reviste por ventura todo el rigor de una totalidad o igualdad
matemâtica. Pero considerado en su peculiar modalidad, el
juicio de valor ropresenta esencialmente la comparación de
dicha realidad con el restante contenido de nuestra concien¬
cia. Si esta comparación se establece con el conjunto de este
contenido, el adjetivo que la representa podria Ilamarse pon¬
derativo, desde el grado infimo de realidad hasta el superior
o superlativo. Por el contrario, la comparación entre si de
dos partes de dicho contenido, comparadas ya con la totali¬
dad de la conciencia — lo que constituye una verdadera
«proporción» — responderia al grado más especialmente lla¬
mado comparativo, no porque toda comparación esté ausente
del primero, sino porque a la relación general con la con¬
ciencia se agrega en este caso la particular entre dos objetos
o sectores de su contenido (1). Cada uno de estos tipos tunda¬
(1) Es del mayor interés advertir la creciente penetración de estas
ideas en el dominio de la Ciencia económica (de la que se ha tomado la
palabra avalor» para extenderla a toda la vida), rompiendo ya la su-
perficial estructura de aquella famosa ley de la oferta y la demanda-
en que la teoria del valor viviera largo tiempo aprisionada. «La notion
de valeur — nos dice, v. gr., CH. CORNELISSEN, en su Théorie de la valeur
(2.“ ed.; Giard et Brière, Paris, 1913), pág. 2— nous paraît donc compara-
tive en deux sens: premièrement, en ce qu'elle exprime un rapport des
choses entre elles; deuxièmement, en ce qu'elle exprime aussi un rapport
entre les choses evaluées et l'homme».
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cias Morales y Politica
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