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DEL SR. D. MELCHOR SALVA
Después de tratar del salario y la población en la for¬
ma y de la manera singulares y limitadas que convienen
á nuestro propósito, pasemos al examen de las manifes¬
taciones que el interés del capital presenta y ofrece en las
obras literarias. De la economia y del ahorro nace el ca¬
pital y el préstamo de éste da derecho á un beneficio, à
una renta, la que nace del uso de la riqueza acumulada.
El ahorro es dificil; jnos inclinamos tan fácilmente à la
disipación!
Marcial dice bien en uno de sus epigramas: Tu padre,
Filomuso, te deja al morir todos sus bienes. Ti padre,
Filomuso, te arrebata tu patrimonio. Forbonnais explica
el interés del capital de este modo: «Algunos particula¬
res ahorran la suma de dinero supérfiua para satisfacer
sus necesidades; por consecuencia falta el numerario y
los que lo requieren para sus impensas deben ofrecer un
beneficio á los propietarios para que vuelva al comer¬
cio (1).» Shakespeare se muestra adversario del presta¬
mo. «Procura no dar ni pedir prestado à nadie, porque
el que presta suele perder á un mismo tiempo el dinero y
el amigo, y el que se acostumbra à pedir prestado falta
al espiritu de economia y de buen orden que nos es tan
necesario (2).» El consejo es sano, mas no siempré puède
seguirse. La Bruyere observa con razön que hace ya mu¬
cho tiempo que hay en el mundo un modo de sacar par¬
tido de sus bienes, que continua siendo practicado siem¬
pre por gentes honradas y condenado por hábiles docto¬
res. Ninguna de estas aseveraciones se refière al préstamo
que tiene por fin emplear reproductivamente la riqueza
acumulada, y deducir 6 restar del beneficio 6 ventajas del
éxito la parte que se requiere para pagar los intereses. He
aqui el préstamo que demandan la industria y el comer¬
(1) Elementos del comercio, II, cap. IX.
(2) Hamlet, acto I, escena VIII.
Max-Planck-Institut für
Rea Academia de Ciendas Mordles y Politcas
europäische Rechtsgeschichte