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DEL SR. D. MELCHOR SALVA
la sociedad se encargue de asegurar á todos sus miembros
de sus propios errores, y que los sabios, los laboriosos,
los previsores paguen un impuesto para los pervertidos
y los imprudentes (1).
D. Enrique Gaspar ha hecho la siguiente pintura de
la miseria contemporánea, de aquel linaje de indigentes
que se complacen en afrentar con su porte nuestro modo
de ser, nuestras costumbres: «La fatalidad, la desgracia,
mi propio carácter, no sé quién me ha hecho descender
del elevado pedestal de mi opulencia á la cripta mas in¬
munda del pauperismo..... He paseado por el mundo mi
hedionda corteza con toda la desfachatez de la desespe¬
ración (2).»
Algunos politicos y tratadistas de materias economi¬
ças han creido hallar en la emigración uno de los reme¬
dios al mal que nos ocupa. Los poetas no ven en aquella
otra cosa que una lamentable desgracia. Para Euripides
no hay mayor mal que habitar lejos de la patria (3). El
mismo célebre autor trágico piensa que el destierro trae
consigo muchos males (4). Horacio condena el afan de
alejarse de nuestro suelo natal:
Quid terras alio calentes
Sole mutamus? patrie quis exsul
Se quoque fugit?
Scandit œratas vitiosa naves
Cura, nec turmas equitum relinquit (5).
Delille tiembla por la suerte de los emigrantes y plde
que no sea brusca su partida. «Preparad su destierro: un
paso subito hacia un cielo extranjero es con frecuencia un
Ensayo de la ciencia politica y sociat.
El estômago, acto I, esc. VI.
MEDEA, El Coro.
MEDEA, Jason.
Odas, lib. II, oda 13.
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte