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DEL SR. D. MANUEL ALONSO MARTINEZ
del Missouri y los de 1850, la ley de los esclavos fugiti¬
vos y el bill de Nebraska, cuando sintió que vacilaban
su influencia y su poder, presenté resueltamente la ba¬
talla. Viéronse entonces frente à frente dos ejércitos for¬
midables que vinieron à las manos con la misma violen¬
cia y rabia que si fueran dos razas enemigas divididas
por odios seculares. En la bandera del uno se leia Sé¬
cessión, mientras que el lema de la del otro era Union.
Conocéis, senores, el término de esta guerra gigantesca,
en la que se gastaron más de sesenta mil millones de rea¬
les, y durante la cual se improvisaron ejércitos numéro¬
sos, como si ya formados brotaran de la tierra, para di¬
solverse çon igual facilidad y como por encanto al dia
siguiente de la toma de Richmond, transformåndose sol-
dados aguerridos en cien combates en ciudadanos sumi¬
sos, consagrados à las artes de la paz, sin conservar el
menor vestigio de sus hábitos militares. No triunfaron,
en verdad, los separatistas defensores de la soberania de
los Estados particulares: fueron los soldados que à précio
de su sangre sostenian la soberania exclusiva del poder
federal, negando à los Estados confederados el derecho de
sustraerse à sus deberes para con la Unión y retirarse de
ella à su voluntad, los que desfilaron triunfalmente por
la magnifica avenida de Washington que conduce desde
el Capitolio à la Casa Blanca, entre los vitores y aplau¬
sos de la multitud.
En esta segunda crisis, más grave y terrible que la que
precedié à la publicacion de la ley fundamental de 1787
la Republica se ha salvado por el triunfo del principio
unitario y centralizador.
Cualesquiera que sean las fases que en un porvenir ré¬
moto recorra la humanidad en su movimiento ascenden¬
te, es indudable que hoy por hoy y hasta donde alcanza
la prevision humana, la tendencia de las naciones y la
ley histörica que preside à su desenvolvimiento, no es la
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