CONTESTACIÖN
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Por qué echar siempre la culpa a los demás, y acusarles de
que nos roban, cuando somos nosotros los culpables al no
robarles?... En general, nadie se indigna ni protesta contra
su propia propiedad; no se irrita uno sino contra la de otro.
Cada uno, por su parte, quiere aumentar, y no disminuir, lo
que puede llamar suyo, y quisiera poder llamar a todo asi.
No es realmente la propiedad lo que se ataca, sino la propie¬
dad ajena; lo que se combate es, para decirlo con un vocablo
que forme paridad con el de propiedad, la alienidad. Y zcómo
se conducen con tal objeto? En vez de transformar lo alie¬
num en proprium y de apropiarse el bien ajeno, danse aires
de imparcialidad y de desinterés, y piden tan sólo que toda
propiedad sea abandonada a un tercero (por ejemplo, a la
sociedad humana). Reivindican lo ajeno, no en nombre de
uno mismo, sino en nombre de un tercero. Entonces todo
rasgo de egoismo desaparece, y jtodo se trueca en algo puri¬
simo, humanisimo!» Pero la lógica es inflexible, y un interés
social o de clase, cuando no es mâs que interés y no va acom
panado de un ideal ético que lo justifique, no debe prevale
cer sobre mi particular provecho, al cual me conviene aten¬
der en primer término. Surgirá una lucha absurda, mas zno
es lucha también lo que proclama aisladamente el sindica
lismo?...
Por eso creo que acierta el Sr. Puyol cuando clama, en
los elocuentes y briosos párrafos que habéis ofdo, contra el
exceso de materialismo económico de nuestros contemporâ-
neos. Y es una razón mâs para que yo me felicite de ser el
encargado de saludarle en nombre de esta Real Academia,
viendo en él tan acicalado ingenio, tan sólida y varia cultura,
y, sobre todas estas condiciones, un tan acendrado espiritu
patriótico, porque toda su vida y toda su labor, como habréis
podido observar, van encaminadas al conocimiento y resu-
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