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DEL SENOR D. JULIO PUYOL Y ALONSO
algo que sucumbe con los que perecieron en el campo de
batalla, hay también algo que se dispone a surgir sobre las
ruinas de los pueblos; ademâs, la miseria, la escasez general
y las dificultades de la vida, indignamente explotadas y
aumentadas por la avaricia inhumana de los industriales y
mercaderes que hasta las lágrimas y el dolor saben conver¬
tir en granjeria, han hecho mås enemigos del capitalismo y
mayor nûmero de revolucionarios que todos los propagan¬
distas y apóstoles de la revuelta. El Estado tradicional se
halla en pleno desconcierto, porque ve que al invocar su
carâcter de tutor de los ciudadanos, éstos responden inten¬
tando sacudir su yugo; ve hundirse el orden politico y levan¬
tarse de entre sus escombros una administración que, funda¬
da en el organismo profesional, quiere ser eminentemente
técnica; busca en los antiguos resortes el medio de encauzar.
ya que no de contener, el torrente arrollador, y advierte que
estos resortes han saltado en mil pedazos; acude a las clâsi¬
cas normas juridicas, y se convence de que no le sirven ya
para dirigir los pueblos, y cuando, como ultimo recurso, di¬
rige sus miradas a la fuerza coercitiva que siempre fué la
suprema garantia de su poder, asáltale el temor de que esa
fuerza se torne en enemiga y se vuelva airada contra él y
contra todo aquello que representa.
Innegable es que el hecho de que con tanta facilidad
prendan los procedimientos sindicalistas y revolucionarios
aun en aquellas esferas sociales que no pueden ser conside¬
radas como proletarias, porque en el llamado orden burgués
tienen su origen y raigambre, es fenómeno revelador de
que el malestar es general, hondo el descontento que pro¬
duce lo existente, y vivisimo el anhelo de una vida mejor.
Ahora bien, senores: yo no sé cuâles han de ser las condicio
nes de esa vida, ni cuâles los derroteros que ha de seguir el
mundo, porque en un periodo de disgregación de energias
como es el nuestro, no es posible ni aun presumir de qué modo
han de recomponerse y armonizarse en lo futuro; pero lo
que si afirmo, con intimo convencimiento, es que esa recom¬
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