DEL SR. D. MIGUEL ASIN PALACIOS
los de Jesûs y de San Juan Bautista? (1). Ni se diga que aque¬
Ila influencia india perderia su fisonomia propia bajo el dis-
fraz persa; porque la religión zoroastra no tuvo en si misma
nada de ascética: sólo cuando el maniqueismo infundió en ella
el espiritu cristiano de la austeridad evangélica, es cuando en
la Persia aparecieron monjes y misticos (2).
Por todos los caminos, pues, llegamos al mismo punto de
partida: el misticismo musulmán es una imitación del mona¬
cato cristiano de la Arabia, del Egipto, de la Siria y de la Per¬
sia (3); las teorias panteistas que aparecen en los siglos poste¬
(1) En las tradiciones à que arriba me refiero (pág. 149, n. 3) se citan
con frecuencia, ademâs, sentencias y ejemplos de ascetismo de monjes
cristianos, ya anónimos, ya con nombres griegos, como el de Gorge.—El
argumento negativo que aduzco, respecto de los ascetas indios, tiene su
fuerza sobre todo para los primeros siglos del islam, porque no ignoro que
en siglos posteriores eran ya conocidos los ejemplos de austeridad de los
ascetas indios. Abenházam en su Fisal (II, 74) y Algazel en su Ihia
(II1, 159) los mencionan, aunque sólo de pasada y para censurar sus
exageradas mortificaciones. En cambio en el siglo 11I un literato eruditi-
simo de Basora, Cháhid, en su Tratado de la superioridad de los negros
sobre los blancos (Rasail, edic. Cairo, 1324, pág. 80), detiénese á enume¬
rar todas las ciencias y artes, en que los indios superan à los otros pue¬
blos (medicina, astronomia, matematicas, pintura, escultura, musica,
baile, poesia, literatura, magia, toxicologia, juegos, fabricación de
armas, etc.), y aunque no omite la «ciencia del razonamiento», nada dice
de sus ascetas, ni en este tratado, ni en su Kitab el bayán, uno de cuyos
capitulos (II, 86) se consagra á hablar del ascetismo. En general, puede
decirse que se ha dado solución prematura al problema de las influencias
indias en el pensamiento del islam.
(2) Cfr. Chantepie de la Saussaye, Manuel d'hist des relig., 427.
(3) Durante los primeros siglos de la dominación musulmana en Egip-
to, el monacato cristiano, alli secular, se mantuvo, pero los monjes no
eran ya ortodoxos, es decir, católicos, sino coptos, es decir, monofisitas;
las violencias de la conquista hicieron disminuir los anacoretas y aumen-
tar los cenobitas. Cfr. Pargoire, L'église byzantine de 527 à 847 (Pa¬
ris, 1905), págs. 210, 307, 310. En los otros paises, los monjes eran nesto¬
rianos ò monofisitas, es docir, heterodoxos; pero esto no altera su carâcter
esencialmente cristiano. Cfr. Labour, Le Christianisme dans l'empire
perse, pågs. 28, 302 sig.
Max-Planck-Institut fü
Real Academia de Ciencias Morales y Politica
europäische Rechtsgeschichtt