CONTESTACIÖN
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vado de ordinario en la segura base de la indagación his¬
tórica. Agregad las no juridicas, como El Mito de Psiquis, El
Arte Simbolico, la edición critica del Diablo Cojuelo de Vélez
de Guevara, las ediciones de Libros de Caballerias, la del Li¬
bro de los enganos de las mujeres, la de la Comedia Tibalda de
Perálvarez de Ayllón y Luis Hurtado de Toledo, la traduc¬
ción del inglés de la Historia de la Literatura espanola de
Jaime Fitzmaurice-Kelly, los Anales de la Literatura espanola,
la colección de cartas latinas publicadas con el titulo de Cla¬
rorum Hispaniensium Epistola inedite, Erasmo en Espana,
Luis Vives y la Filosofia del Renacimiento y la Historia de la
Filosofia espanola, magistralmente resenadas por el Sr. Me¬
néndez y Pelayo, en solemnidad análoga à ésta, ante la Real
Academia de la Historia. Tened en cuenta que la portentosa
laboriosidad de nuestro joven poligrafo muéstrase aun en
mas obras, juridicas y no juridicas, algunas de ellas recientes,
tales como la Bibliografia de Menéndez y Pelayo, la edición cri¬
tica de la Tia fingida, Tristan de Leonis (edición del texto mås
antiguo conocido, precedida de una extensa Introducción,
con notas y Apéndices), y habréis de convenir en que, si yo
me he quedado corto al trazaros con elogio su semblanza,
tampoco exageró nada el gran hispanista inglés Mr. J. Fitz¬
maurice-Kelly al decir, en la Revue Hispanique, que era el
Sr. Bonilla «la mås acabada y universal personalidad de la
nueva generación de investigadores espanoles». A esa per¬
sonalidad recibe solemnemente la Real Academia de Ciencias
Morales y Politicas, después de una elección nutridisima y
unänime, fundando halagüenas esperanzas en la colabora-
ción del estudiante de ayer, y hoy catedrâtico ilustre, que
çon su toga honra al Claustro del primer Centro cientifico de
Espanna. Dia de jubilo para esta Casa, lo es sobre todo para
mi, que, unido al Sr. Bonilla por arraigada participación de
afectos, superior al oficial y efimero contacto de la labor uni¬
versitaria, estoy con él en sus triunfos, por modo tal y en tal
grado, que, anteponiendo mi egoismo al interés de la Acade¬
mia, no dudé en aceptar el encargo, que en el alma agra¬
Max-Planck-Institut fü
europäische Rechtsges