DISCURSO
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pel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la
mano en la mejilla, pensando lo que diria».
Mas ved aqui que la memoria de un insigne varón (à
quien yo vengo à sustituir con notable pérdida para vosotros)
alentóme à entrar en materia, desentendiéndome de retóricos
preámbulos. Me refiero al Excmo. Sr. D. Raimundo Fernåndez
Villaverde, de cuya particular amistad disfruté, y cuya egre¬
gia figura ocupará siempre altisimo puesto en la historia po¬
litica y financiera espanola. Seguro estoy de que él hubiera
visto con singular agrado mi entrada en esta ilustre Corpora
ción, no sólo por los amistosos lazos que nos unieron, sinc
también porque las disciplinas que yo cultivo fueron predi¬
lecta materia de estudio para su claro y penetrante entendi¬
miento.
Ni soy politico de profesión, ni jamás quise intervenir en
las personales contiendas de los partidos; pero creo firme
mente, por lo que à nuestra patria respecta, que, cuando las
horas pasen, y el tiempo suavice las asperezas de la lucha,
borrando la distinción entre amigos y enemigos y haciendo
mirar con imparcialidad los sucesos que fueron, la represen¬
tación de D. Raimundo Fernández Villaverde será puesta en
primera linea, y quizá en primer lugar, en la Hacienda espa¬
nola del siglo XIX.
Bien sé que las especialidades, en todas partes, pero sin¬
gularmente en Espana (donde es comûn aparentar saber de
omni re y harto frecuente, por desgracia, no poseer sólidos
conocimientos acerca de nada), suelen traer consigo ciertos
dejos de apartamiento y soledad, que despiertan en el vulgo
un impulso de antipatia. Pero, precisamente en nuestro pais,
es donde la especialidad financiera se necesita, y donde una
politica de este género debe arrastrar á todas las inteligencias
que procuren el bien de la nación. Diria yo más: afirmaria
que en Espana la politica financiera no sólo es necesaria, sino
que es la unica politica posible, si no se quiere perder el tiem¬
po en lucubraciones vanas y en hermosos proyectos, artis¬
ticamente trazados y elocuentemente defendidos, pero impo¬
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Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
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