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DISCURSO
Y es que, asi como con las formas, los colores y los
matices de un mismo paisaje, el verdadero artista al¬
canza à realizar la belleza, en tanto que el mayor nû-
mero apenas si logra producir una imperfecta y leve
copia de lo que en el original resplandece, de la misma
suerte, ante la realidad, en la contemplación de la
Causa de las causas, el espiritu superior mira en su pu-
reza la verdad y el bien, en tanto que las muchedum-
bres se extravian fácilmente en la superstición.
He aqui la razón profunda que, como todo hecho que
se repite con regularidad en la historia, encierra el
esoterismo, que desapareció con las antiguas civiliza-
ciones para no volver en su primitiva forma. El sim-
bolo material es adecuado á la mayoria de los hom-
bres, quienes, como los que describe Platón en su ca-
verna, no podrian tolerar la luz del pleno dia; y. en
cierto sentido, es la verdad misma; pues «qué otra cosa
puede ser la verdad relativa de cada criatura, si no es
su ley propia y su propio bien?
Yerran, pues, gravemente, los que juzgan el fondo
por lo limitado de la interpretación, é imputan á la
idea religiosa lo que tiene su origen y su explicación en
la ignorancia de los individuos. La Religión ofrece à
todos las mismas grandes verdades, las mismas gran¬
des esperanzas, la misma ley de unidad y de armonia
en la vida. Ante ella todos los hombres merecen igual¬
mente; pero no todos comprenden en un mismo grado.
Y en cuanto à los ataques que à la Iglesia se dirigen
en el supuesto de que favorece la tirania, nada más
infundado. Obra de las costumbres y necesidades so¬
ciales y politicas de otras épocas fueron en la Era
Cristiana las persecuciones religiosas, más implacables
ciertamente en los paises dominados por el Protestan¬
tismo, que en aquellos donde perseveró la fe católica.
Notorio es que se defendia la unidad politica al defen¬
Real Academia
incias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte