DISCURSO
estudio vuestro, declaro que ni mis hábitos intelec¬
tuales, ni el género de educación que recibi, ni cierta
invencible tendencia que siempre me ha arrastrado
hacia la pura especulación y hacia el arte puro; en
suma, à todo lo más inûtil y menos politico que pue-
de darse, á todos los suenos y vanidades del espiritu,
me han permitido adelantar mucho, ni trabajar ape-
nas por cuenta propia, limitándome á admirar de le-
jos á los que, como vosotros, han acertado à poner la
planta en ese firme terreno de las realidades éticas,
económicas y juridicas.
Y no es, senores, que yo deje de deplorar el triste
divorcio en que suelen vivir la especulación y la prâc-
tica, no menos que el muy funesto que habitualmente
existe entre la ciencia y el arte, más que por limita¬
ciones del entendimiento humano, por vicios de la cul¬
tura tradicional y por preocupaciones de varia indole, à
las cuales sólo una profunda reforma intelectual puede
ser adecuada medicina. Cuando un vacio y presuntuoso
dilettantismo, ya filosófico, ya poético, que suele ser ex¬
presión de monstruoso egoismo, hace desertar de la
lucha á los fuertes y à los capaces, forzosamente se
apoderan del campo los empiricos aventureros y teme
rarios. A semejante mal, sólo se ve un remedio: recor¬
dar al arte de la politica su dependencia de la ciencia
politica; recordar á la ciencia politica su dependencia de
la ciencia moral; recordar à la ciencia moral su depen¬
dencia de la Metafisica, raiz, al mismo tiempo que com¬
plemento, de todas las ciencias humanas. Mostrar este
parentesco, evidenciarle de mil modos, hacer penetrar
por todas partes la savia filosófica en el vasto cuerpo de
las ciencias sociales, es la noble tarea que gloriosamen¬
te cumplen Academias como ésta, con universal bene
plácito, no sólo de los hombres de estudio, sino de los
hombres de buena voluntad que aspiran á ser regidos
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte