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DISCURSO
gran manera mi gratitud hacia vosotros, y aun lo seria
acaso para disminuir mi confusión en este instante, si
no lo impidiera el recuerdo del varón ilustre que me
habéis Ilamado á reemplazar.
Tardasteis mucho tiempo en anunciar su vacante,
y he tardado yo mucho tiempo también, agobiado bajo
el peso que habiais arrojado sobre mis hombros, en
venir à ocupar su puesto. Y sin embargo, al pronun¬
ciar hoy aqui el nombre de D. Antonio de los Riosy
Rosas, parece que como si aun estuvieran calientes
sus cenizas y entreabierta su tumba, aquel potente y
vigoroso espiritu, encarnado en aquella majestuosa
fiera personalidad, se alza ante nosotros y revive; que
su altiva mirada, reveladora del fuego de su alma.
recorre nuestras miradas, y busca en ellas imperiosa
aquiescencia à sus vehementes acentos; que el eco de
su voz, de aquella voz hirviente como la lava del
volcan, resuena en nuestros oidos, y llena los ámbitos
todos de este recinto «Quién podrá olvidar nunça.
mientras viva la generación que le ha alcanzado
conocido, aquel poder en la invectiva, por ningûn otro
orador en nuestros dias igualado? gQuién aquella elo
cuencia fogosa y audaz, que usando de una licencia
por nadie dada y por todos consentida, lo mismo salta
ba por encima de las reglas de la corrección del len¬
guaje, para dejar más viva y fijamente encarnada una
idea en una frase, como por encima de los convenciona¬
les respetos de las luchas parlamentarias, para tratar
de inutilizar ó confundir al adversario, sin herir ni
lastimar, sin embargo, el honor de su persona? Y cuan-
do la pasión politica, à la que en el roce de nuestras
luchas cuotidianas todos estamos sujetos, no extra¬
viaba ô no empequenecia en su blanco aquellas elo¬
cuentisimas iras, cuando aquel ánimo, de suyo recto.
élevado y patriótico, se encontraba enfrente de una
Max-Planck-Institut für
Rea Academia de Ciencias Morales y Polticas
europäische Rechtsgeschichte