Max-Planck-Institut für
europäische Rechtsgeschichte
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CONTESTACIÖN
bitación que les sirve de asilo, fatigados por el trabajo el
padre y la madre, y por la vagancia los hijos iqué hay
preparado para recibirlos? La habitación ha estado vacia
todo el dia; nadie ha tenido los cuidados más elementales
de la limpieza; el hogar estéà muerto; la madre desfalle¬
cida no tiene fuerza para preparar alimentos; todos los
vestidos caen hechos harapos. Tal es la familia que las
manufacturas nos han hecho (1).»
No es más agradable el cuadro que de la indole y de
las consecuencias del trabajo de las mujeres en el cam¬
po, traza otro libro laureado. «La gran desgracia de
nuestras aldeas, dice Mr. Aimé-Martin, está en la degra¬
dación de las mujeres por los trabajos que corresponden
à los hombres. En su primera infancia conducen los re¬
banos, y hacen la siega. Cuando son jóvenes, un instinto
de coqueteria y las previsiones de su madre las apartan
de las rudas fatigas del cultivo; pero en cuanto se casan,
todo cambia: abandonan la casa y siguen á su marido à
los campos. Se las ve encorvadas hacia la tierra como
máquinas, ó sosteniendo bultos enormes como bestias de
carga. Hay paises en Francia, no digo en Africa, en que
se las unce al arado con la vaca ó el pollino. Su piel se
arruga, su rostro se hace hombruno, y caen en una de¬
crepitud anticipada más horrible que el de la vejez. Y
mientras ellas hacen el trabajo de los hombres, los que
son propios de las mujeres, y dulcifican los otros, quedan
desconocidos ó abandonados. Nada más sucio, ni más en¬
fermizo que el interior de una cabana. Con frecuencia las
gallinas, los patos, los puercos, se disputan su suelo hu¬
medo. La puerta se hunde en el cieno, y las ventanas,
cuando las hay, se abren sobre el estercolero. Sin embar¬
go, alli, en un agujero fangoso como la choza de un sal¬
vaje, en medio de los grunidos de los animales y de sus
(1) L'Ouvriére, par Jules Simón.—Préface.
Morales y Politicas
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