Max-Planck-Institut fül
europäische Rechtsgeschichte
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DISCURSO
que en toda Europa hállanse frente á frente en ardua cri¬
sis y combate formidable, de un lado esos mûltiples sis¬
temas, lenguas clamorosas del libre pensamiento, y de
otro la profunda unidad de la doctrina católica, voz de
Dios å la humanidad.
Claro es que la vida cunde y las generaciones marchan,
porque la providencia existe. Y es patente al par que la
civilización sigue nutriéndose de la idea cristiana, pese à
la ingratitud de sus hijos. Mas conviene no olvidar que
la civilización transmigra, y que el dia del triunfo com¬
pleto de los modernos descatolizadores, seria el ultimo de
la civilización en esta parte del mundo; porque con la re¬
ligión que se combate, y su filosofia sublime, huiria la
moral que la acompana, y á reemplazarla vendria sal¬
vaje fuerza (que ya se vislumbra en hechos repetidos)
blandiendo con altiva mano la tea y el acero. Porque es¬
crito està, y proclamado por eminentes pensadores, aun
entre los mâs imparciales y menos dogmáticos, que la
moral cristiana es la moral absoluta, que tanto vale como
divina, y que los hombres no la sustituirán, ni la mejora¬
ran, ni la acrecentarán siquiera: y claro es que las horas
lügubres de la desaparición completa de esa moral de
amor y paz, habian de ser horas de tremendo retroceso,
de temor y temblor, y de noche espantable en los horizon¬
tes de la vida.
Buscar en la idea panteista ó en la ciega materia una
moral, que dé norma à los conflictos constantes, de las
pasiones en el hombre, y de los choques y turbaciones en
la sociedad, es empresa vana. Si la moral nace de la li¬
bertad y la responsabilidad, qué moral ha de haber,
cuando al hombre se le declara fatalmente, ó Dios ó md¬
quina, todo menos hombre?.... Y buscar esa norma en
el presuntuoso principio «el deber por el deber,» es, si
bien se mira, no decir nada; porque al punto resurge el
problema en esta forma: jqué es el deber?.... No asi en
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