DEL SR. D. FERMIN CABALLERO.
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la recta; ó que por sus rápidas convergencias simula pa-
recerse à veces al circulo vicioso.
Queda, pues, de cierto, que la sociabilidad es una pa-
lanca inmensa para el adelanto de los conocimientos hu¬
manos, si bien hay ocasiones en que, desquiciado el punto
de apoyo, que es el órden y el buen gobierno, conmueve
lateralmente y trastorna, sin levantar. No llegando å la
sociabilidad, el hombre no ha completado su sér, ni ha
puesto en ejercicio todas sus facultades: parece una cria-
tura imperfecta. Por eso la pena del aislamiento comple¬
to y perpétuo es la más terrible que han ideado los cri-
minalistas. Mas el hecho mismo de haber sido dotada
nuestra especie de esa facultad, revela que tiene necesi¬
dad de ayuda y de socorro, que no lo puede todo por si,
y que, aun asociada, tiene que limitarse à girar en su
ecliptica, encerrada entre los trópicos que le trazó la Pro¬
videncia.
La educacion! La educacion es muchisimo, y apénas
es nada: por eso han desvariado tanto los que de ella tra-
tan, sin combinar su poder con el de la naturaleza. Y en
esta materia suelen extraviarse mås fåcilmente los talen-
tos distinguidos, que propenden á lo absoluto, prefieren
lo extraordinario y no quieren detenerse en el camino,
que emprendieron con ardor. Presumen que es fruto de
sus afanes, de sus estudios y de sus maestros, lo que de¬
ben principalmente al destello divino que le cupo á su
mente. Partiendo de este error jqué mucho, que en los
asuntos dificiles se pase à los extremos! Pecando por ex¬
ceso ó por defecto, unos se lo conceden todo à la educa¬
cion, y otros se lo niegan todo.
Se ha defendido, con cierto aplauso, la paradoja de que
todos los entendimientos son iquales, no encontrando
otra razon de diferencia, que la distinta ensenanza. Cier-
tos materialistas, bien al contrario, suponen inmodifica-
ble al individuo, fuera del curso natural del organismo.
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