DISCURSO
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en la via de las reformas, parece que la Administracion
se espanta, y suspende su marcha, sin comprender que
todo bien y todo mal están enlazados, y que no es posi¬
ble tocar á uno de los antiguos eslabones sin conmover
el resto de la cadena.
Leed, senores, el Código Penal, y hallareis cómo cier-
tos delitos deben purgarse en establecimientos que no
existen, ó si existen, no son lo que la ley quiere que sean¬
: Cómo habia de suponer el Código que los jóvenes à
quienes manda encerrar en una prision ó presidio correc¬
cional iban á estar confundidos con los demas crimina-
les? Qué correccion era entónces la que se prometia?
Hubiera sido cien veces preferible ponerlos en libertad.
pues à lo ménos no se habrian contaminado con las per-
versas doctrinas vertidas en la cárcel ó el presidio, y qui-
zas recogidos por alguna asociacion benéfica, volverian al
camino de la virtud, trasformados en ûtiles ciudadanos.
He comenzado de propósito por los jóvenes, porque si
bien es cierto que hay quien supone que los grandes cri-
minales se prestan mejor à la enmienda, la razon y la
experiencia indican con claridad que la regeneracion mo¬
ral es obra más Ilana cuando se lucha con corazones tier-
nos, en que con tanta facilidad se imprime lo bueno y lo
malo, que cuando se pretende reformar las costumbres de
un hombre avezado al crimen y de pecho empedernido.
En Inglaterra, en Francia y en Holanda la reforma
penitenciaria ha principiado por separar en distintos edi-
ficios de los demas criminales á los jóvenes, sujetándolos,
ya al sistema del aislamiento, ya al del trabajo en co-
mun, ya distribuyéndolos en colonias agricolas, dando
unas y otras el mejor resultado.
El primer sistema, que es el que se sigue en Paris en
la prision de la Roquette, ha llegado à perfeccionarse
hasta el extremo de resolver la gran dificultad de la ins¬
truccion, conciliándose con el aislamiento, la ensenanza
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