Y a la vista debe tenerse siempre el doble escollo en que es facil
dar, como lo demuestra la experiencia actual de pueblos extranjeros; no
se huve de los males fundamentales del socialismo creando un socialis¬
mo de Estado de clases más o menos conservadoras, siendo el Estado
quien cree las organizaciones corporativas a su hechura y con su espi-
ritu; ni se evitan los males del sindicalismo marxista imponiendo oficial¬
mente una sindicación determinada; más pronto o más tarde el desengano
llegará.
La organización para que sea social ha de ser espontánea, y para que
sea humana ha de ser libre.
Seria grave error creer que por pertenecerle al Estado la suprema
regulación juridica de las acciones de los individuos para el logro de los
bienes que persiguen, de suerte que no permita que malogren el bien
comùun, le corresponde también fijar a los sûbditos, substrayéndolo a la
libre voluntad, los medios de alcanzar algûn fin propio; a los subditos,
digo, ya sean individuales, ya colectivos, que unos y otros son indivi¬
duos del Estado. La suprema dirección no puede ser nunca la totalidad
de la acción. A los individuos y a las diversas organizaciones profésio¬
nales que deben formar el tejido de la nación, compete buscar su pro¬
pio bien, y al Estado vigilar y legislar, como custodio de lo justo y ge¬
rente del bien comûn, sobre los intereses generales, armonizando todos
los particulares; ni debe estar ausente “dejando hacer y dejando pasar
impasible ante los atropellos del derecho natural, ni erigirse en Provi¬
dencia que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo puede y lo gobierna todo.
Con mucha más razón que antes contra el absolutismo de los Reyes
hay que clamar ahora contra el absolutismo del Estado, que es, tal
como está constituido, inepto para atender a los fines de la humana so¬
ciedad (75). Porque no los atiende, la sociedad se desmorona; atomiza¬
dos sus elementos por el individualismo, y falto de órganos que elabo¬
ren, tiene él que elaborarlo todo; y no puede hacerlo; por lo cual la
desenfrenada competencia arrolla y aplasta al débil, cuando precisa¬
mente nos unimos en sociedad para defensa de nuestra debilidad! Por
amor al Estado, suprema organización humana para logro de los fines
(75) "Abatida y casi extinguida aquella exuberante vida social, que en otros
tiempos se desarrolló en las corporaciones o gremios de todas clases, han queda-
do casi solos frente a frente los particulares y el Estado, con no pequeno detri-
mento para el mismo Estado; pues, deformado el régimen social, y recayendo
sobre el Estado todas las cargas que antes sostenian las antiguas corporaciones.
se ve él abrumado y oprimido por una infinidad de negocios y obligaciones."
Pio XI, Enciclica Quadragesimo Anno.
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte