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los vencidos era objeto de toda clase de estudios y propo¬
siciones de los Gobiernos y de los partidos. La opinión Ilegó
a interesarse en el asunto vivisimamente. Los diferentes
problemas se plantearon de esta suerte: si debia o no de¬
volverse a Alemania sus colonias; si, en caso negativo, de¬
bian ser apropiadas por sus nuevos conquistadores, o in¬
ternacionalizadas; si, adoptado este ultimo régimen, de¬
biera ser extendido a las colonias de las demás Potencias
si todavia habria que ir más lejos, dentro de un régimen
igualitario y comunista (1). Los temperamentos que do¬
minaban respecto de su solución fueron cuajando alrede¬
dor del interés y finalidades humanas de los indigenas. Llevó
en este punto la dirección la Anti Slavery and Aborigines
Protection, que venia haciendo mucha campana, y el 4 de
julio de 1917 lo reclamaba asi, netamente, en la Conferen¬
cia de Londres. Era natural que toda la politica versara
acerca de cómo las poblaciones salvajes habian sido trata¬
das por la Alemania colonizadora. Una serie de publica¬
ciones en pro y en contra aparecieron en este sentido, duran¬
te la guerra. Alemania se revolvia ante el Tribunal de la
Historia, y en escritos, publicados en francés y en inglés
por su Gobierno, trataba de deshacer lo que Ilamaba le¬
yenda negra, que iba invadiendo, no sólo los escritos de po¬
lémica particulares, sino los periódicos oficiales y hasta los
libros multicolores de los Ministerios de Negocios Extran¬
jeros (2). El Gobierno británico, desde luego, tomaba po¬
(1) A las soluciones enumeradas habria naturalmente que anadir las ecléc¬
ticas.
Véanse H. Bonfils y Paul Fauchille, Traité de Droit International Public,
tomo I, segunda parte, "Paix", páginas 812 y siguientes, y Etienne Antonelli,
L'Afrique et la Paix de Versailles, Paris, 1921.
(2) En este, como en otros importantes puntos que se han discutido ante la
opinión universal durante la guerra, los que más danno hicieron a los alemanes
fueron los alemanes mismos. Si en la novela del Pastor Frensen Peter Moors
Fahrt nach Süd-West, 1906, se dice, a la vista de los hereros en montones mo¬
ribundos, estos negros han merecido la muerte ante Dios y los hombres, fes a
los más nobles, a los más decididos, a quienes pertenece el mundo"; si en la pu¬
publicación, con datos oficiales, que en su lugar hemos citado, se festeja (pagi¬
na 214 del tomo primero) la destrucción de esas mismas tribus; si Karl Otto,
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte