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nômica con el establecimiento de una dictadura opresora de
la libertad, que es la paz, el orden, la justicia y el respeto al
derecho de todos; con la abolición del derecho a emitir las
ideas por medio de la prensa, de asociarse, de reunirse; en
suma, de todo aquello que en el orden politico constituye el
progreso moderno y el triunfo de nuestros padres ganado
por su sangre generosa vertida a raudales! A tal estado de
cosas sólo pueden dar lugar gobernantes débiles y sin patrio¬
tismo, y consentirlo pueblos incultos y envilecidos!
Claro es que es un deber, una obligación ineludible de los
Gobiernos acometer sin vacilaciones y sin pereza todas aque¬
Ilas reformas sociales que aseguren el bienestar de las clases
menos favorecidas por la fortuna. No es posible, pues consti¬
tuye una insensatez, el seguir Ilenando los archivos del Par-
lamento con proyectos de loy, que no se discuten a pesar de
estar basados en sanas y racionales orientaciones, porque
con tal deserción del deber lo que se fomenta es la autoridad
y el prestigio de los propagandistas de un peligroso e insa¬
no proselitismo, al amparo del cual viven y personalmente
prosperan. Es preciso hacerse cargo de la angustiosa situa¬
ción por que atraviesan las familias obreras y de la clase me¬
dia; cômo viven, de modo insuficiente y miserable, los po¬
bres hijos de esas clases; y hay que poner el debido remedio.
Es necesario que los capitalistas no den lugar con su egois¬
mo a que el capitalismo, sin el cual el trabajo es una ne¬
gación, pueda ser odiado y puesto en entredicho; hay que
resolver que el salario sea bastante para cubrir las necesi¬
dades humanas del trabajador, buscando el medio de que la
producción pueda soportar este coste; hay que contar, no
sólo con el obrero, sino con los hijos, procurando ayudar al
que los tenga, bien directamente, bien por combinaciones in¬
directas, con complementos de jornal, pues, en definitiva,
los hijos son elementos de producción y, por consiguiente,
de futura riqueza; y es preciso que las clases favorecidas por
la fortuna, que tienen todo lo necesario para la vida, hasta
lo suntuario y lo superfluo, digan con el filósofo: «Soy hu¬
mano, y nada de lo que se refiere a los hombres me es indi¬
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nia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte