El Orâculo no es más que eso: concreción de muchas páginas de
otras obras, que Gracián ofrece al lector; quintaesencia de su filosofia
moralista, próximamente emparentada con la de Maquiavelo, aunque
vestida con el ropaje que usó siempre el autor de El Criticón para, ni
satisfecho ni descorazonado, circular por su mundo y lucir su elegan¬
te sonrisa amarga, su insaciable afan de gozar de la vida, estimada
en todas las circunstancias como un bien, y la agudeza de su ingenio.
CLASIFICACIÖN DE DOCTRINAS
Las doctrinas que acabo de examinar pueden considerarse agru¬
padas en dos opuestas direcciones. La una tiene la aspiración de con¬
ducir al engrandecimiento de los Principes conductores de pueblos,
sin escrupulizar en cuanto al modo de lograrlo, porque el fin justifica
los medios y las conductas se califican por el éxito. Todo lo que con¬
duzca al logro de la finalidad perseguida, se ha de tener por bueno.
El genuino representante y pontifice máximo de esta doctrina es
Maquiavelo.
La otra ruta persigue la realización de la justicia en la tierra; la
rendida sumisión a los cánones de la moral cristiana: con éxito o sin
éxito, no apartarse del camino que trazó Dios y pugnar por la fe,
«aunque en ello vaya la vida», como dijo en su testamento nuestra
gran Isabel; que sea el Principe buen pastor del rebano humano puesto
bajo su guarda y se consagre a cuidarle y Quiarle. Son autorizados re¬
presentantes de esta doctrina nuestro Padre Juan de Mariana y nues¬
tro don Francisco de Quevedo.
A Gracián hay que clasificarle como discipulo aprovechado del es¬
critor florentino, pues propugna, como ya he dicho, por un maquiave¬
lismo atenuado, menos radical, menos crudo, no llevado hasta las ul¬
timas consecuencias: pero, al cabo, maquiavelismo. Evocando el si¬
mil del león, el lobo y la vulpeja, Gracián opta por la vulpeja, como su
predecesor y maestro. Lo dice él mismo en palabras que, por lo claras,
no admiten más interpretación que la auténtica: «Cuando no pueda
uno vestirse la piel del león, vistase la de la vulpeja. Saber ceder a
tiempo, es exceder; el que sale con su intento, nunca pierde reputacion;
a falta de fuerza, destreza; por un camino, o por otro: o por el del va¬
lor, o por el del atajo del artificio. Más cosas ha obrado la mana que
la fuerza, y mas veces vencieron los sabios a los valientes, que al con¬
trario: cuando no se pueden alcanzar las cosas, entra el desprecio.
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nia de Ciencias Morales y Po
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