biográficohistórica de marcada significación para el arte de gobernar,
que merece consideración y análisis aparte. Y no hay necesidad de
aseverar que tampoco debe, ni por su tendencia, ni por su carâcter, ni
por su audaz y genial grandeza shakesperiana agruparse con las de¬
mas, El Criticón, que el senor Silió reputa como Schopenhauer, la
obra maestra de Gracián, y de la que no podrá jamás decirse en jus¬
ticia que aspire a ensenar el arte de vivir, sino a describir, por la boca
del nuevo Adán, personificado en Andrenio, con mayor vigor que Gón¬
gora en sus cuatro grandes Soledades, y que el filósofo autodidacto
del Aben Tofail, en la primavera de la ninez, el estio de la juventud,
el otonno de la varonil edad y el invierno de la vejez; la vida entera, con
todos sus esplendores, para reverenciarlos y cantarlos; con todas sus
miserias, para denunciarlas y maldecirlas; con todos sus donaires,
para burlarse de ellos; con todos sus goces y liviandades, para predi¬
car, al contemplarlos, una moral austera e inflexible...
Que la finalidad de El Héroe y de El Discreto no sea precisa¬
mente ascética, sino terrenal y mundana, no envuelve necesariamen¬
te que, como consecuncia, tales obras sean condenables o siquiera
dignas de censura. No son ni El Héroe ni El Discreto mas impro¬
pios de un jesuita y de un sacerdote que lo pueda ser de un Nuncio del
Papa El Cortesano, de Baltasar Castiglione. Baltasar Gracián, que
dejó impresas en El Discreto, lo mismo que en El Héroe, frases y
pensamientos de exaltada religiosidad; que supo, a su hora, ser mis¬
tico en las cincuenta meditaciones de El Comulgador, apor qué ha
de aparecer, contra lo que él mismo asevera, contra lo que su justa
reputación de escritor sincero, valeroso e independiente debe aconse¬
jarnos pensar, como la representación viva de un maquiavelismo
vergonzante, cobardemente aceptado de hecho y categóricamente re¬
chazado de palabra?
El cotejo de textos a que se han entregado Rouveyre y Ovejero con
la finalidad de demostrar que Gracián da para el comportamiento del
hombre en la vida consejos contradictorios con los de La linitación
de Cristo, de Kempis, no. conduce, en realidad, a otra conclusión
lógica que la de probar que Baltasar Gracián se contradijo, como es
cosa frecuente que suceda en hombres de su compleja y vigorosa per¬
sonalidad, de su variada cultura, de su inquietud espiritual, de su
honda, privilegiada y despierta inteligencia.
La ensennanza que, en general, se desprende de los escritos de Gra¬
cián no es inmoralista. No rezuman sus obras el dejo amargo de las
de Nietzsche y aun de Chamfort, ni el espiritu envenenado de rebeldia
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Max-Planck-Institut für
cademia de Ciencias Morales y Po
Real/
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