cionario de Madoz, viejos centros panneros del interior, como Sego¬
via y Brihuega, particularmente Segovia, acusaban su declinación;
en tanto que Tarrasa, Manresa y Sabadell—por este orden—mos-
traban el vigor de sus establecimientos y la pujanza de su desarro¬
Ilo, nuncio de próspero porvenir. En los mismos tiempos, la pri¬
macia del puerto de Câdiz habia cedido ya al puerto de Barcelona.
Pasado el justo medio del siglo, pocos annos después, en 1855, du-
rante el bienio progresista, se dieron dos leyes muy importantes
en nuestra historia económica: la que inicia la segunda etapa de
la desamortización y la general de ferrocarriles; el pais se dispuso
a discurrir con ritmo politico mâs tranquilo; y Europa empezò en¬
tonces a vivir una onda coyuntural larga, favorable, de veinte anos.
Fué en tal oportunidad cuando Espanna recibió otra impulsión eco¬
nómica trascendental, la tercera del siglo, ésta de origen extranjero
y principalmente dedicada a los ferrocarriles y a la mineria.
La casa Rothschild estaba interesada en la economia espanola
desde que en 1835 firmó con Toreno el contrato de arrendamiento
de las minas de Almadén, el cual, unido a la propiedad de las
minas de Idria, que los Rothschild habian comprado a Austria, puso
en manos de ellos el monopolio del mercurio europeo. La repre¬
sentación de los Rothschild en Madrid, en la época a que ahora
aludimos, corria de cargo de la casa de Banca Weisweiller y Bauer.
En enero de 1856, se autorizó la fundación en Madrid de la So-
ciedad General de Crédito Moviliario Espanol, reflejo de la fran¬
cesa de los hermanos Pereire. Arrancando de estos dos grupos sur-
gieron en Espanna las mâs importantes empresas ferroviarias. En 31
de diciembre de 1856 se creó la Compania de los Ferrocarriles de
Madrid a Zaragoza y al Mediterraneo (luego de diez dias: de
Madrid a Zaragoza y a Alicante) en la que predominaban el grupo
del Conde de Morny y los hermanos Rothschild, advenidos a los
negocios ferroviarios espannoles por sus relaciones con don José de
Salamanca. Dos anos después, el 29 de diciembre de 1858, se fir¬
maba la escritura de constitución de la Compannia de los Caminos
de Hierro del Norte de Espana, siendo su principal accionista el
Crédito Moviliario Espanol, a quien seguian el Crédit Mobilier fran¬
cés, la Société Générale de Belgique y los propios hermanos Pereire
en persona. El grueso de la red ferroviaria espannola quedó en ma¬
nos de ambas compannias del Norte y de M. Z. A. Después del
arrendamiento de Almadén, las grandes riquezas mineras espannolas
atrajeron capitales ingleses, franceses y belgas. La Compagnie Royale
Asturienne des Mines, belga, fué fundada en 1853. Las sociedades
inglesas The Tharsis Sulphur and Copper y Orconera Iron Ore, se
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Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte