Es posible porque es necesaria. Si la ciencia no logra el nivel bas¬
tante y la autoridad social precisa para cumplir este cometido que
intentamos describir, la actual civilización naufragarâ en medio de las
tremendas fuerzas que ella misma ha desencadenado. Una época que
ha presenciado la fuerza arrolladora y arrasadora de ideologias y fal¬
sos mitos tiene que esforzarse por reducirlos y dominarlos; sólo la
ciencia puede hacerlo.
Si llamamos politica —en su más amplio sentido— a la actividad
que atiende a la subsistencia y coexistencia de las sociedades huma¬
nas, diremos que es un objetivo de nuestro tiempo —por muy lejos
que estemos de él— que la politica tenga su base en la ciencia. La
pretensión parece exorbitante. Por anadidura, corre riesgo de ser mal
entendida. Tan habituados estamos a no entender por ciencia mâs
que la natural! Precisemos, pues, con el viejo y glorioso titulo de
nuestra Academia, que se trata de ciencia moral.
No se entienda lo dicho como una contraposición metódica entre
ciencias naturales y ciencias morales. Lo que queremos decir es que
las ciencias morales no ganan su titulo simplemente por el carâcter
de su objeto. Las ciencias morales han de ser morales como tales
ciencias. No es un juego de palabras. Las ciencias de lo natural se
fundaron y desarrollaron sobre el supuesto, en el fondo equivoco, de
que son ajenas a su objeto, de que ni lo influyen ni son influidas
por él. Esa era la garantia de la objetividad de la ciencia. Pero con
las ciencias sociales pasa ciertamente lo contrario. " Los hombres han
podido pensar durante muchos siglos que el Sol daba vueltas alrede¬
dor de la Tierra, y ahora... pensar lo contrario: que es la Tierra la
que da vueltas alrededor del Sol. Pero de una cosa estamos seguros:
de que el Sol sigue su navegación inalterable, y no se afecta porque
creamos una u otra cosa... En cambio, lo que nosotros creamos que
es justicia, derecho, estado..., eso, al hacerse creencia, se hace reali¬
dad histórica, e influye, por consiguiente, en la realización misma de
la Historia" (18).
Asi, pues, si al hacer ciencia social dirigimos en algun modo las
conductas, la consecuencia es ineludible: la ciencia social sólo podrâ
hacerse desde una actitud ética. La conclusión puede parecer precipi¬
tada, pero es, a poco que se piense, diáfana. Lo hemos podido apre¬
ciar claramente en la ciencia del derecho: jes que podria hacerse pres¬
cindiendo de contar con su trascendencia al mundo real? Basta for¬
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Max-Planck-Institut für
s Morales y Politicas
mia de Cienci:
europäische Rechtsgeschichte