la doctrina, la politica económicas son insuficientes. El estudic
actualmente requerido excede de ellas. Entre otras cosas, por
que lo que de la realidad nos viene, con urgente y vital instan¬
cia, no es tanto la conmoción de la base institucional de la eco¬
nomia, cuanto la conmoción de todas las bases institucionales
de la genuinamente social: de la economia, y del derecho, y
de la politica. Ante nuestros ojos está, y el que no lo vea, sin
duda no lo verá por no querer. Articulada, conjuntamente, con
reciprocos embates, muévense como impelidas por insólito hu¬
racán. Qué destruccionismo, qué efectos tan claros y patentes
produce sobre la transformación de la estructura económica ac
tual, allá donde la zona petite bourgeoise ha sido afectada por
la expansión del capitalismo privado, el funcionamiento siste¬
mático de la democracia del sufragio universal! jY qué espû¬
reas o fingidas nociones de la democracia vemos levantarse alli
donde la sustitución del capitalismo privado ha sido total, por
mor de la radical incompatibilidad de la democracia rigurosa¬
mente igualitaria con el capitalismo plenamente socializado! jY
qué transformaciones del derecho privado y del derecho ad¬
ministrativo en una y otra parte! Es imposible declarar todo
esto al margen del campo doctrinal y cientifico. No es decoroso,
no es digno que lo cedamos a los sofismas vacuos de tantos po¬
liticos profesionales, de tantos periodistas o de tantos locutores
de radiofonias, entregados al cultivo de la propaganda nuda. Los
espiritus limpios de pasión no pueden advertir inconveniente
en dictaminar con validez práctica, y con objetividad mere¬
cedora de adhesión, las lineas generales de una doctrina insti¬
tucional conveniente para los tiempos presentes.
No obstante, mi pretensión es mayor. Para que la doctrina
aludida logre verdadero fundamento se impone una reelabora¬
ción de la vieja Filosofia juridica y una contemplación de la His
toria desde nuevos puntos de vista. A esto he llamado socio
nomia, por distinguirlo de la sociologia de estirpe positivista,
no sé si con fortuna, y, desde luego, sin renunciar a buscarle
denominación más adecuada.
La Academia, por la voz minima de quien os habla, desea
al senor Zumalacarregui una larga vida en su seno, ofrécele cor¬
dialmente su bienvenida, y no duda que la mejor confirmación
del tino con que se produjo el nombramiento será la propiay
fecunda colaboración del nuevo académico.
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Max-Planck-Institut für
Real Aca
Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte