menos amplias, de que forma parte; aspecto que viene sien¬
do objeto de particular estudio en las modernas investiga¬
ciones de la Sociologia.
La masa, como expresión de una realidad social inorgâ-
nica—aunque, en ocasiones, con apariencia de organiza-
ción—, ofrece un carâcter preferentemente emotivo, preva-
leciendo en ella la movilidad excesiva y la impresionabili-
dad susceptible de los cambios mâs acentuados y contradic¬
torios. La multitud—ha dicho Pascual Rossi—tiene, como
el salvaje, el carâcter del nino, con las pasiones y la fuerza
del hombre, y aun del gigante. Pasa, en un momento, de la
piedad al desprecio; del amor al odio, igualmente sentidos
y fuertes; fenómeno observado en todo tiempo.
Dejando aparte lo que pueda ser la diferencia entre
muchedumbre y multitud—a mi juicio se trata de diferentes
matices de una misma realidad—las multitudes se producen
siempre de idéntica manera. Tarde lo ha dicho en forma ex¬
presiva. "En todo tiempo y en todos los paises, la multitud
homicida se cree justiciera, y la justicia sumaria que rinde
recuerda singularmente, por la naturaleza vengativa de sus
penas, por su crueldad extrema, por su simbolismo, la jus-
ticia de los tiempos primitivos. Multitudes de todas las
razas y de todos los climas; multitudes romanas, acusando
a los cristianos del incendio de Roma; multitudes alema-
nas de Munza, bajo la Reforma; multitudes francesas, bajo
el Terror, siempre han ofrecido el mismo espectáculo.
Aun en aquellos casos de normalidad, desprovistos de
toda exacerbación sentimental, "la masa—dice Enrique de
Man en su libro El placer de trabajar—es incapaz, en su
conjunto, de formular un juicio con precisión e indepen¬
dencia de espiritu suficientes. Por eso, cada minoria diri¬
gente representa a la mayoria que la sigue. La masa, árbitro
de sus propios destinos, compuesta de hombres completa¬
mente libres, iguales, no es mas que una ficción romantica".
Gustavo Le Bon, en su conocida obra Psicologia de las
multitudes, ha senalado los caracteres de las mismas. "Las
civilizaciones no han sido creadas y guiadas, hasta ahora,
sino por una pequenna aristocracia intelectual, nunca por
las muchedumbres. La dominación de éstas representa siem¬
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