cusiones juridicas. La distinción tradicional entre el rey y el tirano
ha perdido toda actualidad. No cabe ni la critica del poder "car c'est
une espece de sacrilege d'enquerir par conseil pourquoy le Prince
a voulu una chose plustot quel'autre, veu que nous sommes nés sub¬
jects et pour obeir sans considerer un petit leger interest pour luicter
avec effrontement contre una puissance instituée de Dieu pour estre
absolue" (Discours des Princes et estats de la Chrestienté...). Y ahora
voy a recordar otro pasaje en el que claramente se ve la conexión
decisiva entre soberania e irresistibilidad. Es de Le Bret, De la Sou¬
veraineté, pág. 512: "car il faut tenir pour maxime que bien que le
Prince Souverain outrepasse la juste mesure de sa puissance, qu'il
n'est pas permis pour cela, de luy resister." No es un azar que en el
momento en que culmina la experiencia politica real en cuyo curso
se constituye la soberania, el máximo teórico politico del siglo xvn
recurra para simbolizar miticamente el nuevo poder a la imagen bi
blica del Leviathan. El Leviathan es precisamente eso: un poder
irresistible, como el de Dios. Resiste a los soberbios. La razón publica
resiste a las razones privadas ensoberbecidas: "Rex est omnium filio
rum superbiae.” Es el rey de los hijos de la soberbia.
En esto estriba la novedad de la soberania. Se confiere al podei
politico resueltamente una nota privativa de Dios, la irresistibilidad.
Y es curioso observar que esta nota ha prevalecido a lo largo de los
sucesivos tipos de orden que va constituyendo la experiencia politica
del mundo moderno, aunque en función de la mentalidad y de la
idea del orden politico hayan ido cambiando los titulares del poder:
el Principe, el Estado, el Pueblo, la Nación.
La observación autoriza tal vez a formular lo que yo me permi¬
tiria Ilamar "la ley de bronce del poder", fundada en la estructura
misma de la intuición radical que la inteligencia humana tiene de la
realidad como poder. Sabemos que esa intuición empieza siendo una
idea en bloque o de conjunto, y, luego, penosamente, por el uso de la
inteligencia, a tanteos, el hombre va desglosando las diferentes dimen
siones del poder y adquiriendo un sentido de cómo se articulan entre
si las diferentes realidades pudientes. A tanteos, como decia S. Pablo,
va también adquiriendo un sentido de la realidad ultima. La his¬
toria humana es una afanosa busqueda de realidad. En esa busqueda
topa con la realidad, con el poder de la realidad y con poderes que
sson de facto irresistibles. En toda mentalidad el hombre cuenta con
Max-Planck-Institut fü
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
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jeschichte