cia superior de la razón publica —el poder legislativo- aparece como
la garantia de la libertad politica.
Pero no nos interesa tanto seguir la pista a un paralelismo evi¬
dente e iluminador, como poner de manifiesto la unidad profunda de
esta idea del poder politico como el poder de una razón a lo largo
de los diferentes estadios de la mentalidad dominada por la razón
razonante.
La tendencia a sentir y concebir el poder como una res maneja¬
ble por un logos sustantivado, ha conducido a la configuración teó
rica y práctica de un tipo de poder politico inédito en la historia
hasta el advenimiento del mundo moderno: la soberania. Es usual
diferenciar el poder politico que inaugura el Estado moderno frente
a otros tipos de poder anteriores —por ejemplo los que se dan en el
mundo medieval— diciendo que el nuevo poder es un poder alta¬
mente concentrado, más intenso, continuo y capaz de asegurar el mo
nopolio del poder frente a otros poderes concurrentes 21. Esto es cier¬
to, pero no es suficiente. Lo esencial es que en ese proceso de concen-
tración e intensificación Ilega un punto en que el poder cambia cua¬
litativamente de sentido, mejor dicho, cambia de naturaleza. Esto
ocurre cuando en el seno de la mentalidad europea moderna se em-
pieza a sentir y concebir el poder como algo totalmente ajeno a la
mentalidad medieval, a saber, como una realidad “irresistible". Me¬
rece la pena que nos detengamos un momento en este hecho decisivo
y tremendo.
Los supuestos reales que han hecho posible este tipo de poder son
muy complejos. Por lo pronto, la concentración e intensificación del
poder apoyada en los nuevos instrumentos técnicos, militares y eco
nómicos, es decir, la misma marcha de la realidad politica europea
desde la segunda mitad del siglo XmI. Esta concentración e intensifi-
cación del poder se refleja en la teoria politica del tiempo en el uso
cada vez más frecuente de formulas politicas y juridicas que dejan
entrever la creciente autonomia del poder politico. Por ejemplo, las
famosas fórmulas "El Principe no reconoce en la tierra ningun su¬
perior", o esta otra no menos significativa: "El Principe es Emperador
en su reino." Pero ninguna de estas fórmulas simboliza el fenómeno
moderno de la soberania. La soberania es un tipo de poder cualita¬
tivamente distinto. Un poder soberano no es un poder que lo puede
21 Como ejemplo eminente, Heller, Teoria del Estado.
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Max-Planck-Institut für
rales y Politicas
päische Rechtsgeschichte