tes, a los jóvenes de toda condición, a hombres y mujeres.
Les ha hablado también desde los libros, folletos y ensayos
que escribió; desde périódicos y revistas, en cursos de Uni¬
versidad, en Ejercicios espirituales, en Semanas Sociales,
contestando a consultas privadas, alentando a la juventud
estudiosa.
Con más insistencia que nadie hasta él, se ha preocu¬
pado de la vida moral de los patronos y de los ricos. Los
obreros están al borde del comunismo o del socialismo,
pero los patronos están impregnados del mal espiritu del
capitalismo materialista. Unos y otros tienen el alma en
peligro, y hay que salvarla. Y salvar la sociedad del abis¬
mo en que unos y otros puedan hundirla.
Lo ha hecho silenciosamente, sin mucha retórica, un
poco despreocupado de las galas del estilo, pero con un
celo de apóstol, una solidez de maestro, una tenacidad de
benedictino, renunciando a toda distracción, aun a la dis¬
tracción licita, con el ánimo inquieto y espoleante del mi¬
sionero que no sabe si llegará a tiempo de ganar para Dios
un alma que se va.
Y en toda esa ingente labor no parece haber tenido más
que una noble ansiedad: la de dar a su palabra y a su plu¬
ma resonancias de la doctrina social de la Iglesia. Habéis
oido su discurso? Pues ése es el tema de todos sus libros,
conferencias, cursos, de cuanto habló y escribió Quien
estos ultimos annos haya hecho con eso más fecunda tarea,
no lo hay o, al menos, yo no lo conozco. El y sus compane¬
ros de Fomento Social —es lástima que no sean más nu¬
merosos— son excelsos paladines del Catolicismo social o
Democracia Cristiana, quizá los más eficientes difusores
de las Enciclicas pontificias, magnificos soldados de la
Iglesia.
Y eso es lo poco que os puedo decir del insigne y fecun¬
do escritor social que entra hoy en la augusta comunidad
de esta Academia.
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Max-Planck-Institut für
Real Academia de Cencas Morales y Poltiteas
europäische Rechtsgeschichte