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narle siempre estas medidas, lejislándolas con suma
atencion, como que son la salvaguarda del comer-
ciante, en sus transacciones mercantiles.
La inconstancia que es esencial á la naturaleza
humana; su misma insuficiencia, en una palabra,
desvirtuando sus mas fundadas pretensiones y sobre
todo, el temor que abriga, el que ejerce la profesion
del comercio, de esperimentar pérdidas, indepen-
dientemente, muchas veces, de sus determinaciones
volitivas: le ha sujerido el empleo de esas precau-
ciones para prevenirse contra estos efectos.
Una y tal vez la principal de estas medidas pre¬
ventivas, usadas en la práctica, es esa especie de
convencion particular que suele acompanar á la for-
macion de otras relaciones comerciales y que se la
distingue generalmente con el nombre de contrato de
seguro.
Henos aqui en presencia de este poderoso auxi¬
liar del comercio, llamado á prestar grandes y mar-
cadisimos beneficios al que se dedica al desarrollo
particular de esta rama del progreso humano: bene-
ficios incalculables y que solo se puede apreciar su
verdadero valor tomando en consideracion por un
momento la utilidad é importancia de-que va reves-
tido.
Es de suma necesidad suuso y adopcion en el comer-
cio; mas, apesar de ello, no siempre se le ha consi¬
dorado bajo el mismo punto de vista y como todo lo
contigente, ha ido tambien él marchando con paso
lento hacia su perfeccion á medida que las relacio¬
nes comerciales iban desarrollándose paulatinamen¬
te on la escona social.