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mos deeir que en la Repûblica Argentina ya no
hay desiertos porque el ferrocarril está al alcance
de toda zona productiva; entónces ella será más
fuerte porque será más rica y más nación porque
sus miembros estarán unidos por vinculos de
acero; entonces no habrá provincias en estado de
miseria vergonzante que se ven obligadas á pedir
subsidios á la nación para presentarse vestidas
con dignidad republicana; la inmensa llanura cu-
bierta de pastos silvestres se tornará en campo de
mieses, el bosque secular y el arenal aurifero se-
rán explotados por miles de brazos y los cerros de
las provincias andinas retumbarán bajo el combo
del minero que abra sus opulentas entranas y no
parecerán como hoy, desolados calvarios de las
libertades pûblicas.
2.—Estas consideraciones hacen que la cons-
trucción de ferrocarriles y de otros medios de
comunicación sea el más provechoso y patriótico
programa que pueda desarrollar un gobierno, la
más alta preocupación que deba inspirar la ac-
ción de nuestros hombres pûblicos. Y en este
orden de ideas estuvieron los constituyentes de
1853, que penetrados de la excepcional necesidad
de dotar á la Repûblica de extensas vias de
comunicación, manifestaron este propósito en la
manera especial como se refirieron á esta cuestión.
Estas aspiraciones, digámoslo de una vez, si bien
han encontrado apoyo en nuestras leyes, el pro¬
gruma ha debido sufrir las alternativas que han